LA MUERTE DE MI ORDENADOR (Relato)

  Debe haber una rebelión de ordenadores, porque el mío hace aguas por todas partes. No sé si será por el trote a que le someto, pero está haciendo una huelga descarada de brazos caídos y por eso me planteo el cagarme en sus muertos. Cuidar no lo cuido mucho, más bien no le hago mucho caso y sólo se lo hago cuando a mi me conviene o sea que lo utilizo como a un puto esclavo. Pero ,¡que coño! si es sólo una máquina, pequeña pero poderosa, más o menos como la hormiga atómica, pero máquina al fin y al cabo.
Joder y estoy contando esto y mi ordenador hice su último suspiro agónico y ha muerto, acaba de morir en éste preciso momento. Y ahora por tanto, estoy de lutuoso luto y llorando sin parar. ¡Que descanse en paz!.

                 Os juro que he intentado hacer una reanimación Cardio Pulmonar (RCP) a mi pequeño ordenador de cabecera. Primero intenté hacerle una reanimación eléctrica y lo desfibrilé aumentando los kilowatios, por lo menos su frecuencia y lo enchufé y desenchufé varias veces, hasta que en una de esas el puto enchufe me escupió una descarga que me dejó tieso y de ahí, y después de varios intentos decidí dejar la disfribilación, después de comprobar, una vez más, que nada, que no hubo respuesta. Después ante mi primer fallido intento, hice una maniobra de rescate y le metí una hostia que no veas o golpe precordial pero a lo bruto y res de res, ni siquiera respondió con un mísero latido.

                A continuación, seguí paso a paso el protocolo de la A.H.A. y pasé a darle un masaje cardiaco como tocaba, a un ritmo de 60 masajes por minuto y con 2 respiraciones intercaladas entre cada ciclo de 60 masajes o sea que lo hice correctamente, pues cuando daba el masaje éramos 2 reanimando, pues ya sabeis y si no lo sabeis ahora os lo digo, que mi perro está más que entrenado en los masajes cardíacos siguiendo las últimas pautas de la RCP y en las que especifica, la reanimación hecha por un Reanimador Humano y otro Canino y si no leerlas, ¡coño! y como corresponde a un buen reanimador formado y entrenado por su perro, me apliqué con toda mi pasión y la respuesta de nuevo fué más res de res, cero patatero.
Antes de finiquitarlo definitivamente, usé una terapia de ataque y con dosis muy agresivas, ante la posibilidad de que estuviera infectado con un virus o con varios y le metí un repaso que no veas con mi antivirus superatómico y dale que dale y  el puñetero sin responder. O sea que por ésta vía iba de culo y entonces tuve que seguir a pie juntillas el resto del protocolo de Reanimación de la A.H.A..

              Y así fué, había dado los pasos que tocaban, había desfibrilado, había masajeado con fruición y destreza y durante el tiempo aconsejado y hasta le apliqué un tratamiento antivírico y por tanto no me quedó otra solución que llevarlo rapidamente a la UCI. Para el traslado hasta el Hospital, tuve que hacer acopio de mis influencias y avisé a mis compañeros del 061 y acudieron a mi llamada con rapidez y presteza y a continuación lo depositaron aún sin vida en la UCI del Hospital.

             Ahora estoy en la sala de espera, esperando la peor de las noticias y claro mientras tanto me como el coco, ¡como no me lo voy a comer! y pienso en que porqué no lo intubé y en que estaría pensando en ese momento, para no hacerlo. Claro que pienso que yo sé meter muchas cosas y en muchos sitios, pero mi conocimiento no llega para inventarme agujeros, por lo menos en un ordenador, aclaro. Aunque creo que hice lo que tenía que hacer, una RCP en óptimas condiciones (que bien suena) y que no me quedara ni un sólo resquicio para la duda y si se muere mi pequeño hijo adoptivo, no será porque dejé de intentarlo hasta el último segundo, y entonces será, porqué simplemente le llego su hora.

            En éste momento cruzo los dedos en la sala de espera y me hago miles de conjeturas a la vez: si tengo que comunicárselo a alguien, a algún familiar o amigo y como hago, si yo no conozco a nadie de su familia y no lo ví nunca con un ordenador amigo. A no ser que con los amigos se fuera de farra mientras yo dormía, pues es el único momento del día en que le quito el ojo de encima y entonces resulta,  que sí, que tiene amigos que yo no conozco personalmente. Pero esto, son simples conjeturas, ahora lo que tengo que hacer es centrarme en él y punto.

           Y la pregunta del millón: ¿que voy hacer yo ahora?, ¿que voy hacer?, yo sólo en la vida sin mi ordenador portátil. Me entran ganas de llorar de desconsuelo, y si es verdad que yo no puedo vivir sin él. Después, al cabo de un rato, ya me repongo un poco y pienso que a lo mejor puede salvarse y que la esperanza es lo último que se pierde y quedo un poco más desfogado. Pienso que si se muere, ya os avisaré del día y de la hora de su entierro, ahora sólo os pido un favor, que ese lutuoso día lleveis vuestros ordenadores portátiles, para que el finado en su lecho de muerte se sienta acompañado por algunos de sus congéneres. Gracias por adelantado. Ah!! y gracias por escucharme, necesitaba desahogarme.

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JULIO CORTÁZAR