De nuevo vuelve el Capitán Trueno, aunque a mi me gustaría más llamarme
el Capitán Relámpago, es como más luminoso y menos ruidoso y también
más rápido. No sé pero esa paranoia que tengo por la rapidez muchas
veces me ha llevado a callejones sin salida. Pero es lo que me gusta, no
estoy hablando de lo más práctico, si no de lo que yo prefiero y eso no
siempre es la mejor opción. Pues mi precipitación y esa necesidad
compulsiva de querer decidir en el mismo momento, me ha creado más
problemas de los que tenía en un principio y después el tener que volver
a atrás y replantearte todo lo que has hecho no es la solución más
fácil, al revés, te supone el doble o el triple esfuerzo.
Me gusta la rapidez y me encanta la lucidez, ese instante en que el
pensamiento va tan rápido que las palabras se te quedan atrás y cuando
consigues destaponarte lo que te sale sin darte cuenta es un exabrupto o
sea tú en la mente has dado un triple mortal y te has adelantado en el
tiempo y lo que dices ya no tiene nada que ver con lo que estás
hablando, bueno tiene relación, pero logicamente tú interlocutor no le
ha dado tiempo ha pillarlo. Es un instante, un mínimo instante, es tan
instante como ese que te pasa por tú cabeza cuando te ves en peligro
mortal ante algo, esa sensación que tienes cuando te vas a dar una
hostia de necesidad con otro coche o contra un muro o que estás a punto
de caerte por un precipicio. Ese instante mínimo en el que te pasa toda
tú vida sintetizada en una milésima de segundo y que abarca desde la
infancia al resto de tús días.
Cuanto daría yo
por quedarme por un instante de esos y poder expresarlo con palabras,
pues es tal la vivenciado y es de tal intensidad, que por desgracia es
imposible describirlo. El día en que lo consiga seguro que ya no tendré
esa necesidad de escribirlo todo. ¡Así es la vida de dura!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario