EL LÉXICO

Y la noche me clava su puñal de plata y ella no cumple con lo pactado. Ya van dos veces que me levanto y todo por no dar más vueltas en la cama y en teoría para relajarme un rato.Y de relajarme, un huevo de paloma, es más me desquicio. Algo habré hecho mal, algún pecado o algún acto malo y que yo recuerde no he matado a nadie, por lo menos de momento, tampoco robé nada, ni siquiera tuve malos pensamientos. Entonces ¿porqué me pasa esto?, si estoy que no puedo con mis huevos. A lo mejor es por decir tantos tacos y dios me ha castigado por eso, por ser tan mal hablado.

                      Pues nada, a partir de ahora dejaré de decir palabras feas o malsonantes y sólo diré palabras limpias y asépticas. Como mucho diré: mecachis, leñe o cabrito y cambiaré huevos o cojones por testículos y las putas por fulanas y así mi léxico será más fisno y correcto. De todas formas los tacos no determinan para nada tu grado de finura, lo determina tú manera de hablar, el tono, las palabras que usas y como las pronuncias. Pues en realidad yo si soy muy mal hablado y suelto tacos dabondo, pero eso no me ha salvado nunca de ser considerado un chico fisno, la finura del habla, que le llaman. Y eso ma ha pasado de siempre y todo tipo de ambientes, pero más en ambientes lumpen y ya fuera en Galicia, Cádiz o Menorca. Al principio me costaba entender el motivo de no dar con la tecla adecuada y pensaba que era cuestión de cambiar de léxico e introducir palabras de barrio y acompañadas de un buen surtidillo de tacos. Y no, no era eso, era la finura del habla y el tono poco agresivo o el tener el acento adecuado. Me acuerdo que este asunto siempre me jodía especialmente cuando nos metíamos por barrios profundos y extraños y el personal autóctono y barriobajero, desconfiaba de mi y me confundía con ser un policía de paisano, uno de la secreta, decían. Por tanto, yo no servía para hacer los trapicheos y simplemente porque nunca conseguía nada. Aparte de las miradas de odio que creaba a mi alrededor, el odio hacia un poli y es curioso que eso mismo, el que pensaran que fuera poli, era lo que me salvaba de no salir a cuatro patas y  con varias costillas rotas
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JULIO CORTÁZAR