Viernes 23 de agosto y séptimo día de vacaciones y aquí seguimos sobreviviendo, porque está claro que ahora sobrevivo y no vivo. Vivir es otra cosa diferente, es hacer lo que quieres y también lo que puedes, pero siempre dominando el polo de tus querencias. Yo en cambio hago lo que puedo, pues estoy marcado por mis carencias, que no querencias. Mis carencias que son bastante materialistas y en concreto me refiero al dinero, al estar a dos velas no puedo realizar ninguno de mis planes, que por desgracia dependen del dinero. Bueno pues eso, voy sobreviviendo y a veces voy viento en popa y a toda vela y en otras ocasiones, voy para atrás como los cangrejos.
Ayer tuve un día difícil, un día de rozar el límite y es que por primera vez en más de un año, casi año y medio, le vi de nuevo los cuernos al toro. Hasta ahora me consideré invencible como el Titanic y no me asustaba nada, ni las tormentas, ni las galernas, ni los tsunamis y ayer se entreabrió la puerta, la puerta de mi infierno particular y pude ver y durante un rato, que tras esa puerta hay rechinar de dientes o sea miedo en el cuerpo. Y se quedó en eso, en miedo, pero fue suficiente para plantearme que debo tener cuidado, que como no luche más y con más fuerza, las puertas de mi infierno las tengo delante de mí y que están abiertas y dispuestas para recibirme.
Es un aviso y una advertencia y al cual debo rendir mis respetos y es que a veces pasa eso, que se juntan a la vez todas las dificultades. ¿Y quién dice que eso no puede volver a pasar? o ¿que se presenten con mayor virulencia?, puede que sí y puede que no, pero por si acaso es sí, mis defensas deben estar preparadas y estar dispuesto al contraataque. ¡ Joder! y dicen que vivir es fácil, pues será fácil para los atontados que nunca se mojan o que no se enteran o que pasan por ella y se van de rositas o de margaritas. Para los demás mortales, la vida es muy difícil y a veces muy grata, pero sólo a veces.

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