LA LUZ DE CÁDIZ

Y bueno yo escribo y las horas pasan a su manera y ahora ya son las 12 y media de la noche y yo sin pintarme ni arreglarme. Vestido estoy, porque yo me visto con dos trapos, pues soy así de sensillo. Yo, salvo fumar, que es mi vicio, no tengo muchos más y no los tengo no porque no quiera tenerlos, es que aquí donde vivo, no hay mandanga. Seguramente los habrá, habrá sitios con marcha o con algo parecido y yo no los conozco, pero a éstas alturas no me voy a poner a explorar en las profundidades profundas. Prefiero vivir en paz con el señor que cabrearlo y es que si me suelta un rayo de esos que tiene y me deja tieso como una mojama. Y hablando de mojama, que cosa tan rica. La mojama es una parte del atún que se pone a curar como el jamón y queda parecido. Bueno salvando las diferencias que hay entre un cerdo y un pescado. Con esto que escribo me llega el olor del Sur, de mi tierra gaditana y como decía en otro escrito: "yo nací en Vigo y me he criado en Cádiz y en Menorca,  mis tres trocitos del alma y dos me han quedado por el camino". Y es verdad que los tres forman mi alma y cada unos con su parte y por eso los llevo dentro y muy dentro y de vez en cuando me entra la morriña morriñera (como se dice en castellano, la nostalgia).

                                        De Cádiz, lo que más me impacta es su luz, la luz de Cádiz. No es una luz cualquiera, es una luz divina, clara que te hace daño, brillante como una estrella, dura que te atraviesa, y espléndida como su tierra. Y una vez que ya la has visto, las demás luces parecen sombras. Supongo que será porque la retina te queda fundida y sólo es estimulada por una fuerza solar inusitada. Es como darte un viaje por el Infierno y visitar su caldera, después de calentarte a su vera, ya no hay hoguera que caliente como ella. Pues eso mismo pasa con la luz de Cádiz, y es que hasta un ciego puede notar su claridad. Que vea ya es otra cosa muy distinta, pero el fogonazo de luz clara, sí que lo nota.

                      Claro que todo hay que decirlo, cuando llegué a Cádiz, venía de un pais con una luz tenebrosa, venía de Galicia., que puede tener todos los encantos que tu quieras, pero la luz no es precisamente su principal virtud. Tiene muchos otros, tiene sus paisajes verdes verdísimos, tiene sus bosques encantados y sus meigas (brujas) y la santa compaña, que siempre preside las comitivas de los muertos. Su paisaje de bosques frondosos y sus nieblas nocturnas y verpertinas, ayudan a dar ese toque de magia. Las rías gallegas, que son auténticas bellezas naturales, los rios o como decía el otro, el que se creía un poeta, el pais de los mil rios. Y no sigo por hoy, que me pierdo entre valles y montañas y entre las luces de las tinieblas y es eso lo que a mi me pasa, que yo alucino con todo lo que veo y siento.

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JULIO CORTÁZAR