OPORTUNISTA

       No sé, pero espero que nadie me pise mis palabras y me refiero que cuando escribes algo, pues el espacio es muy limitado y por tanto siempre te quedan cosas en el tintero. Y tiene que ser limitado, porque nadie y más en los tiempos que corren, está para leerse grandes tochos. Es que no es nada fácil definirse sobre las cosas, debes pronunciarte y al mismo tiempo mantener el equilibrio o sea no polarizarte hasta un extremo, sino te abocas tú solito a un callejón sin salida. Lo decía porque estaba pensando en lo de Catalunya y en lo que dije, que me mantengo en lo mismo, pero siempre quedan resquicios, por donde se pueden colar los oportunistas de turno.

                         Esto del oportunismo me recuerda a mis tiempos revolucionarios, pues era una palabra muy manoseada. Tú eres un oportunista, alguien te decía y de inmediato eras el centro de todas las miradas y aunque el resto no sabía de que iba y el porqué ese alguien te lo decía, daba igual, ya eras un traidor a la causa. Así éramos de cuadriculados y superficiales y supongo que ahora estás en la Diada y alguien te llama españolista y cuidado, porque el pueblo es pueblo mientras sea pueblo, pero el pueblo haciendo masas, es una manada de búfalos, que sólo saben empitonar. Igual que hacíamos en mis tiempos revolucionarios con el oportunista de turno o el contrarrevolucionario o el reformista o el aburguesado. Sí claro que podía hacerse un diccionario propio de la terminología revolucionaria, pero los términos daban igual, el tema era el como se tomaban o sea como esas palabras se convertían en sentencias condenatorias.

                      
Pasará siempre, esa tendencia pasará siempre, que todo lo queremos sintetizado y ya mascado, queremos el esto está bien o el esto está mal, no queremos que nadie nos diga, pues aprende a saber por ti mismo si esto bien o está mal. ¡Que va!, somos más primarios de lo que pensamos o queremos pensar que somos. Y de ahí que nos encanten las consignas y las frases cortas y los símbolos y las banderas y que cada uno se aplique este cuento a su manera, pues, por suerte, somos humanos pero no todos iguales y ahí es donde está nuestra riqueza, en la diferencia y por tanto yo la reivindico. Otros se dedican a meternos en piñas, pues yo me dedico a que las piñas se disuelvan como tales y en tal caso hacer piña pero respetando las diferencias de cada uno.

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JULIO CORTÁZAR