Yo cambiaría el final de muchas cosas, empezando por el final de las películas y siguiendo por el final que la vida nos depara. El de las películas, sería siempre un final feliz y no lo digo por ser un empalagoso, plasta y pringoso, sino porque es de las pocas alegrías que podemos permitirnos en ésta vida de perros. Un final de pelicula feliz, no se tacañea a nadie, se le puede dar a cualquiera. El final nuestro, ya es otro tema, partiendo que todos tenemos que estirar la pata, la cuestión del final ya se sabe, que es igual para todos. Pero los finales se pueden adornar, no es lo mismo un jardín con flores, que un jardín sin flores y no es lo mismo una muerte dulce y respetada y en una linda tumba, que una muerte sin nada y tal cual tirado en un basurero. Digo yo, que no es igual.
Entonces, todo se puede endulzar y hasta la muerte admite azúcar y respeto. Y la muerte más que nada se le debe respeto, al fin y al cabo, se empieza otra vida o por lo menos un largo viaje a ninguna parte. Y ante un gran viaje, hay que sacarse el sombrero y hay que despedirse como toca o sea hay que dejarse parte del alma por el viajero, si el viajero significa algo para tí, claro. Que se celebre o se llore, ya depende del muerto y su anterior relación personal con los asistentes. Pero a lo que voy yo, es al respeto y el respeto se consigue, ofreciendo al muerto algo que pienses que le sirve para su largo viaje y por tanto, tiene que ser algo querido por tí, no vale un sofá viejo y que estorba en tú casa o un paraguas roto y porque hay que ponerse en situación del viajero y no valen objetos grandes y aparatosos, pero tampoco valen los objetos estropeados. Sino los cementerios serían unos basureros llenos de objetos grandes e inservibles..
En definitiva, vale sólo un pequeño objeto y muy querido por tí y que pienses que le sive de algo al viajero, lo demás, más vale llevarlo directamente al sector, desperdicios. Y aquí ya no entró más a fondo, pues al ser un objeto muy personal, cada uno tiene el suyo.¿Y si no se tiene nada?, bueno algo siempre se tiene, pues a lo mejor vale, un simple beso, eso sí que sea sentido, o un ánimo o un abrazo, siempre hay algo que llevamos encima y no siempre tiene que ser asquerosamente materialista. Y queda claro en ésta disertación, que hablo de despedidas a personas próximas y queridas, porque para ir de paripé o de florón a las despedidas, más vale quedarse en casa.
Entonces, todo se puede endulzar y hasta la muerte admite azúcar y respeto. Y la muerte más que nada se le debe respeto, al fin y al cabo, se empieza otra vida o por lo menos un largo viaje a ninguna parte. Y ante un gran viaje, hay que sacarse el sombrero y hay que despedirse como toca o sea hay que dejarse parte del alma por el viajero, si el viajero significa algo para tí, claro. Que se celebre o se llore, ya depende del muerto y su anterior relación personal con los asistentes. Pero a lo que voy yo, es al respeto y el respeto se consigue, ofreciendo al muerto algo que pienses que le sirve para su largo viaje y por tanto, tiene que ser algo querido por tí, no vale un sofá viejo y que estorba en tú casa o un paraguas roto y porque hay que ponerse en situación del viajero y no valen objetos grandes y aparatosos, pero tampoco valen los objetos estropeados. Sino los cementerios serían unos basureros llenos de objetos grandes e inservibles..
En definitiva, vale sólo un pequeño objeto y muy querido por tí y que pienses que le sive de algo al viajero, lo demás, más vale llevarlo directamente al sector, desperdicios. Y aquí ya no entró más a fondo, pues al ser un objeto muy personal, cada uno tiene el suyo.¿Y si no se tiene nada?, bueno algo siempre se tiene, pues a lo mejor vale, un simple beso, eso sí que sea sentido, o un ánimo o un abrazo, siempre hay algo que llevamos encima y no siempre tiene que ser asquerosamente materialista. Y queda claro en ésta disertación, que hablo de despedidas a personas próximas y queridas, porque para ir de paripé o de florón a las despedidas, más vale quedarse en casa.

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