SANTIAGO - Parte I

        Esto es un serial sobre Santiago de Compostela, ciudad donde viví mis años de estudiante en la Universidad. Intento contar mis vivencias y al mismo tiempo describir como era
de aquellas esa ciudad universitaria, ya digo que es un intento y no sé si lo he logrado, pero tenía esa necesidad pendiente. Como es muy largo, lo dividí en varios capítulos y he aquí el primero.

              "Santiago donde la lluvia es arte", eso dicen. Para mí la lluvia no es arte ni ná, la lluvia es un coñazo, sin más. El arte de Santiago está en sus piedras, en ese granito que engalana sus calles, casas, catedrales  e iglesias. !Esto si que es arte de verdad!.

                                Me gustan sus soportales, el deslizarse por ellos, como si fueran túneles de piedra y nesa sensación de sentirte protegido de esa pertinaz lluvia. Me gusta su ambiente de estudiantes, (ahora creo que también hay funcionarios a patadas), ropas de colores vivos, los chubasqueros, libros en el regazo, sus risas, su frescura, sus juegos, su resplandor.

                                Sus calles son raíles de una telaraña, que se juntan en su centro, formando una diana y ésta diana se llama la plaza del Obradoiro, con la Catedral como telón de fondo. Bonita plaza amplia y basta, basta por su suelo de piedra en forma de grandes losas y fina por los edificios que la abarcan. La Catedral, el Hostal de los Reyes Católicos, el Rectorado y el Ayuntamiento.

                                Recuerdo,que en una de mis muchas manifestaciones, (pues yo en aquellos tiempos era muy revolucionario, ahora no sé muy bien lo que soy), en una en concreto, no sé quien propuso quemar la puerta del Rectorado. Pues a él queríamos aceder para hacer un encierro. Como nos cerraron la puerta, uno hizo la propuesta y sin pensarlo nadie dos veces, se realizó. Menos mal que pronto nos disolvieron y la puerta sólo quedó chamuscada superficialmente.

                               Cada vez que he vuelto por Santiago, paso por la plaza del Obradoiro y le echo un ojo a mi puerta y compruebo, si aún sigue viva. Y de cada vez compruebo que si lo está, que está entera, que no está enferma, vamos que no quedó malherida después de aquél atentado. Incluso al revés, sigue luciendo todos sus encantos. Menos mal, me digo y le doy las gracias a dios y a toda su corte celestial, por obrar ese milagro. Claro que a veces la veo de frente y otras de soslayo, todo depende de quien me acompañe. Pues éste secreto, es muy secreto y no a todo el mundo se le puede decir, el decirles que a su lado tienen a un ser o cosa, que de alguna manera participó en semejante atentado.

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JULIO CORTÁZAR