COMPAÑEROS DE VIAJE (Poema)

Desperté con mi mano en tu cintura,
y agarrado a ti como una lapa,
y asiéndote con inusitada fuerza,
quizá con demasiada,
¿miedo sería?, ¿miedo a perderte?,
o ¿miedo a quedarme sólo?,
pero al fin y al cabo, miedo,
miedo, terror y pánico,
tres patas de la misma silla,
y tres escalas de valores,
miedo a perderte,
terror a quedarme sólo,
y pánico a no volver a verte,
tres penas de la misma condena,
y tres miedos ancestrales.

Y lo peor de todo,
es que no te dije nada,
pues el miedo forma parte del silencio,
y el silencio cuida y mima al miedo,
si se rompiera,
sería como romper un secreto,
y desnudarlo de su halo de misterio.

Esa mañana,
sólo me quedé mirándote,
y vi tu cara, mientras dormías,
 analicé tus rasgos,
y seguí  ese rostro anguloso y fino,
observé un rato tu media sonrisa,
quería saber si me decía algo,
si era sarcástica y cínica,
 o era placentera y tranquila,
concluí, que no era nada,
y que esa sonrisa,
era la de todos los días,
y opté por seguir mudo,
y de nuevo el miedo,
el miedo, el terror y el pánico,
y entonces,
me acurruqué en las curvas de tu cuerpo,
y mi piel se erizó con la tuya,
y temblé como una hoja seca,
y una lágrima resbaló por mi mejilla,
pues en ese instante, lo supe,
supe que iba a perderte
y que no volvería a verte,
y miedo y terror y pánico,
y supe que a partir de ahora,
y desde ese mismo instante,
estos tres iban a ser,
 mis compañeros de viaje.

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JULIO CORTÁZAR