Tan cerca estuve de tocar el cielo,que aún hoy, no me lo creo,
y hasta lo toqué por un instante,
salté y salté,
y salté tanto,
que lo pellizqué,
y me quedé con un trocito de su cuerpo.
Ahora guardo esa bolita de algodón,
dentro de mis sueños,
en la sección de mis sueños placenteros,
y en el apartado,
de mis sueños más excelsos.
De vez en cuando lo saco y lo admiro,
lo toco y lo retoco,
y pasan las horas y lo sigo tocando,
pues su tacto es piel de melocotón,
es especial, sensual y es divina.
Del cielo vengo y hacia el cielo voy,
y no admito estaciones intermedias,
no creo en purgatorios y limbos,
creo en cúmulos, nimbos y cirros,
creo en lo que veo,
en lo que veo, toco, oigo y siento,
y siento que yo voy a estar en el cielo,
a la vera de dios y cerca de santo Job,
pues me tengo ganado ese sillón a pulso,
gracias al don de mi infinita paciencia,
y a que sé...,
y a que sé que lo merezco,
y así llegaré hasta él,
subiendo los peldaños de algodón,
de las escaleras que llegan hasta el cielo.
de las escaleras que llegan hasta el cielo.
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