Y ahora ¿qué?,y ahora que me queda,
me queda quedarme a tu lado,
o coger por caminos inciertos,
me queda conformarme,
o quizá aventurarme,
me queda decir que te quiero,
y cuando en realidad lo dudo,
o me queda esperarte cada día,
y que se abra la misma puerta,
y hola y ¿qué tal te ha ido?
y ¿el trabajo bien?
o ¿es que tengo miedo?,
miedo a estar sólo,
miedo a enfrentarme a mis fantasmas,
o a los que pululan en nuestras dudas,
o miedo a decir basta,
basta de apariencias,
basta del que bien nos va,
y el que nos va bien,
porque a los demás les va mal,
¡y a mi que me importa!,
que a los demás les vaya mal,
si a mi o a ti,
o a los dos, nos va peor,
¡ pero peor y peor que nunca!.
Pero que importa la certeza,
que importa tenerlo claro,
que importa la evidencia,
lo que en realidad importa, es el miedo,
el temor, la duda incierta,
el levantarse y no encontrarte,
el abrazar y no abrazar nada,
el dar un beso al aire y al vacío,
el decir un buenos días al perro del vecino,
o el dar las buenas noches a la almohada,
importa eso,
importa el no estar sólo,
y si me dejas,
pues ya me buscaré a otro,
y si te dejo,
pues también me lo buscaré,
y sigue el mismo lío,
y con otra cara u otro rostro,
y sigue la misma melodía,
la que siempre acaba en la misma letanía,
y es esa que dice,
que dice que te quiero,
y que te querré siempre,
y te quiero porque no soy capaz,
de poder querer a otra persona.
Se quiere mientras se puede,
y no mientras se quiere querer,
el querer no se compra ni se vende,
ni se trapichea con él,
el querer es algo sagrado,
y cada uno sabe y lo sabe muy bien,
cuando el querer se ha despedido
y cuando ella, se fue tras él y con él.
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