MI ORDEN DESORDENADO

Mis actividades son varias y todas importantes, sino no serían actividades, serían unos coñazos. Hay que saber definir bien las cosas, las cosas en su orden y cada una en su puto sitio. De vez en cuando me gusta decir tonterías como éstas, decir la antítesis de lo que yo soy y esto lo digo, por lo del orden y de que cada cosa en su sito. Si yo soy lo más anárquico que conozco, por lo menos de lo que conozco de momento y ni orden ni hostias benditas, aunque me gusta mantener un equilibrio, me gusta cambiar las cosas de sitio y que ellas se cambien solas, es un acuerdo hecho hace mucho tiempo, es un auténtico pacto de estado.

La mierda no me gusta y menos acumular cosas, por suerte nunca padecí del sindrome de Diogenes, he tenido otros síndromes, como el sindrome de abtinencia o el sindrome de la dependencia o el sindrome del nido vacío o el síndrome de que a veces parezco gilipollas, pero lo de acumular cosas y por el hecho de acumular y sin ninguna finalidad, tengo la gran suerte de aún no haber caído en ello. Pocas cosas, pero en ese orden desordenado, pero cuidado, pues de vez en cuando como no meta mano, se me desmadra el tinglado y empiezo a perderme en mi propia selva.

Así que de vez en cuando hago examen de conciencia y me digo, ¡chaval toca ordenar! y en cambio de dar un toque de trompeta, pues muy simple, me echo un pedo, vamos como toque de salida. Siempre se necesita un toque de salida y sino no tengo otra cosa con que darlo, pues¡ para que están nuestros sonoros pedos!. Mi tendencia natural es a desbordarme entre montones de papeles, me gusta tener papeles en mi mesa y libros y periódicos, pero cuando veo que ellos me echan de la mesa, pues nada a tirar papeles y periódicos antiguos y a colocar los libros en las estanterías. Mi orden desordenado y mi caos particular, pero eso sí, es el orden que yo quiero y por tanto es el que necesito


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JULIO CORTÁZAR