INVIERNOS

Reconozco que hoy quiero ponerme un poco tonto y al final no soy capaz. No sé, pero tengo cierto punto de ponerme trascendente, pero con ese solete que entra por mi ventana y que ya no es invernal, es casi primaveral, que acaricia mi espalda y mi nuca, ya me siento complacido. Es más me siento pletórico y entonces toda la tontería se me quita. Menudo día hace hoy, día 20 de Febrero y menudo invierno llevamos, llvió pero no tanto, hizo viento pero menos y frío pero no mucho. Un invierno ligth, pero no voy a insistir más, en que preferiría un invierno auténtico.

Hay inviernos que engañan y si pillas uno de ellos, cuidado porque pensarás que el resto de los inviernos van a a ser iguales. Y esto viene a cuento a cuando aterricé en A Costa da Morte (Galicia), por primera vez. Iba acojonado por la fama de mal tiempo que tiene esa esquina del mapa y resultó que mi primer invierno fue una primavera continua, llovió pero moderadamente, hubo temporales pero fueron controlados y sobre todo hubo mucho sol, sol a espuertas. Y venga excursiones por los alrededores y como es una zona brava y salvaje, pero al mismo tiempo preciosa, pues yo me dje: "he caído en el paraíso".

¡Error!, pues fue uno de los inviernos más bonitos de mi vida, pero fue ese invierno o de esos que hay cada 10 años y el resto de los que pasé en esa zona si que fueron inviernos duros. Había un invierno pero invierno durante 10 meses y medio y el verano era de mes y medio, no había estaciones intermedias, ni Otoño ni Primavera ni hostias benditas. Nada de mariconadas, el invierno te la metía directamente por el culo y sin vaselina. Y aún encima la luz se iba casi todos los días y no un rato, sino que siempre eran varias horas.

Querías caldo, pues toma dos tazas. Pues desde esa se me curó la nostalgia que tenía con los Temporales y fenómenos extremos, llevé semejante sobredosis de agua, olas, vientos y apagones de luz, que aún hoy tengo ese miedo metido en el cuerpo. Bueno de vez en cuando los echo de menos, pues ya sabéis que la droga cuanto más dura más engancha y cuando hay un invierno como éste, tengo miedo que de Primavera nada de nada o que lo pague los 10 inviernos siguientes. Por eso insisto en que lo que queda de Invierno llueva a mares y se levanten temporales y se ponga el mundo del revés, pero ya que no hubo Otoño, por lo menos que la Primavera acuda puntual a mi llamada.

Yo lo único que imploro y lloro es que haya Verano, pero cortito y suave, como más tirando a calor  Primaveral. Por pedir que no quede, yo pido y después que se cumpla mi deseo ya no depende de mí, depende del puñetero hombre del tiempo y de su mapa de isobaras. Claro que si viene una ciclogénesis perfecta, esa palabra ahora tan de moda y de gilipollas, pues yo también me apunto, pues me encanta todo lo que remueva las conciencias y no hay mejor remolino, que una Galerna o un Tsutnami o un Ciclón

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JULIO CORTÁZAR