
Dame un poco de tus ojos,
dame el iris o el cristalino,
o dame un poco de tu líquido acuoso,
y es que con una sola lágrima me llega,
pero que sea pura y auténtica,
y clara y traslúcida,
y lo demás ya no depende de mi,
depende de lo que tú sientas,
y depende del estado de tu ánimo,
porque si me quieres,
puede que a veces llores,
y si estás triste,
puede que solloces,
y tú sabes,
que por cada lágrima que se derrame,
hay un trozo de alma que se parte.
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