CEREBRO Y SENSACIONES

Aunque nadie me crea, yo sé que estoy vivo porque tengo un montón de sensaciones dispersas, yo y todos. Nuestro Cerebro tiene ese poder de procesar mil sensaciones distintas y concretas y dejarlas sintetizadas en una sola. Es la sensación reina o la sensación que se lleva el gato al agua, pues va a ser la que determine nuestro comportamiento. Y ya puedes tener una sensación en concreto que sea mala o buena respecto a una persona, por ejemplo que sea simpática, que si la conclusión de tú Cerebro es otra, no hay nada que hacer.

 Y por que esa máquina de procesar datos, que se llama Cerebro, tiene en cuanta miles de variables. Por ejemplo, que una persona puede ser simpática, pero si el Cerebro capta que su simpatía es superficial y forzada y eso está basado en otra sensaciones, esa persona te seguirá cayendo mal o por lo menos, estará receloso. Porque el Cerebro emite órdenes para que así sea. Sí, estamos dominados por una masa cerebral, pero esa masa Cerebral también emite órdenes a base de las sensaciones que le vamos dando. O sea que no da las órdenes porque sí y porque le sale de los cojones, si los tiene.

Por eso a veces no comprendemos que ante una sensación concreta que nos crea una persona, hagamos justamente lo contrario. Si a mi fulanito me cae bien y en cambio mi comportamiento es el contrario, pues será, porque en el fondo me produce rechazo. Así de simple y así de complejo. Porque si no tuviéramos Cerebro nos guiaríamos por cada sensación en concreto y ahora me caes y ahora me caes mal y dependiendo del momento y de donde sople el viento
.Seríamos seres cambiantes y superficiales y sin tener una base como persona. Porque el que alguien te caiga bien, no se basa solo en que tenga una bonita sonrisa, sino y también, en que te atrae su mirada y te parece clara y sobre que tenga fondo y también sus gestos y sus movimientos y por supuesto, lo que dice y como lo dice. Son un montón de variables distintas y que nuestro poderoso Cerebro sabe como procesarlas. Aunque a veces, todo hay que decirlo, nuestro gran Cerebro, también se equivoca.

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JULIO CORTÁZAR