A veces me disparo tanto que no veo lo que tengo delante. Es como si fuera un extraterrestre y que como corresponde a todo ser que se precie de ser del espacio, estoy a salvo de las maldades humanas, vamos como si yo fuera un santo santorum. Y en realidad soy tan una mierda como el resto de los humanos. Hoy iba conduciendo y me daba cuenta de que se me acumulan las manías. Pues hasta ahora partía que en general no era maniático y que solo tenía dos o tres manías y claro, no estaba contando con la cantidad de automatismos que tengo. Y esos automatismos en mi pueblo, se llaman manías.¡Coño!.
Pues nada que iba en mi querido buga al pueblo de al lado y ya se estaba haciendo de noche y entonces era la hora justa y amén, de ir poniendo las luces del coche. Y menudos cabreos me fui cogiendo, pues siempre te encuentras con algunos conductores capullos que mientras ellos mal ven, los demás nos tenemos que joder y entonces circulan sin luces. Y venga yo a dar luces y a soltar espumarajos por mi boca. Y más adelante y casi llegando al otro pueblo, empiezan las desviaciones y ¡señores!, en ésta Isla los intermitentes sobran y al final, ya no sé si yo voy desviado y ellos son los que van por el camino correcto.
Por último y ya en en el pueblo vecino, vienen las paradiñas o sea algunos conductores que van en su lindo coche y que se paran en el medio de la calzada y para charlar de sus cuitas, con el peatón vecino o con amigo o con la madre que los parió y aquí el tiempo de espera detrás del puto coche parado, es demasiado amplio, pues pueden pasar varios minutos. Y eso ya me pone carioco y empiezo a convulsionar dentro del coche y la cabeza me empieza a dar vueltas como a la niña del exorcista. Bueno y como veis, después soy capaz de decir que no tengo manías y entonces ¿porqué me pongo así?, pues no lo sé ni yo mismo.
Pues nada que iba en mi querido buga al pueblo de al lado y ya se estaba haciendo de noche y entonces era la hora justa y amén, de ir poniendo las luces del coche. Y menudos cabreos me fui cogiendo, pues siempre te encuentras con algunos conductores capullos que mientras ellos mal ven, los demás nos tenemos que joder y entonces circulan sin luces. Y venga yo a dar luces y a soltar espumarajos por mi boca. Y más adelante y casi llegando al otro pueblo, empiezan las desviaciones y ¡señores!, en ésta Isla los intermitentes sobran y al final, ya no sé si yo voy desviado y ellos son los que van por el camino correcto.Por último y ya en en el pueblo vecino, vienen las paradiñas o sea algunos conductores que van en su lindo coche y que se paran en el medio de la calzada y para charlar de sus cuitas, con el peatón vecino o con amigo o con la madre que los parió y aquí el tiempo de espera detrás del puto coche parado, es demasiado amplio, pues pueden pasar varios minutos. Y eso ya me pone carioco y empiezo a convulsionar dentro del coche y la cabeza me empieza a dar vueltas como a la niña del exorcista. Bueno y como veis, después soy capaz de decir que no tengo manías y entonces ¿porqué me pongo así?, pues no lo sé ni yo mismo.
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