EL REY DEL MAMBO

Que fácil es decir, ¡tío si estás cansado vete a la cama y deja de dar la tabarra!. Sí así es, pero el problema es que son las 11 de la mañana y está un día precioso y eso cambia la historia. Meterme en la gruta ahora y con esa claridad que hay afuera, es un poco fuerte o por lo menos un pelín contradictorio. Me da pena perderme el día o parte del día y lo en él acontece.

Pues nada que al final caí por mi propio cansancio y acabo de despertar después de dos horas y entre unas cosas y otras ¡¡al carajo la mañana!. Pero como  somos seres imperfectos para funcionar correctamente necesitamos estar descansados y recargar nuestro cerebro. Bueno, ahora sí que empieza el día, día corto pero espero que intenso y es que ya noto como me revoluciono y como se aceleran mis latidos. Mejor así que seguir en el limbo de la nada. Y ahora comprendo lo que me pasaba, que yo de mayor quiero ser igualmente médico, pero médico de yogurines y no de asquerosos trozos de carne.

Me veo en un Hospital lleno de cuerpos de tía Danone y desde las pacientes hasta las enfermeras y yo al frente del chiringuito y dirigiendo el cotarro. Y yo claro, el único tío en toda la película y en ese Hospital lleno de tías buenas y con muchas y muchas tetas de silicona de la buena, bien redonditas y consistentes y con el pezón apuntando hacia al frente y un poco hacia arriba. Después lo que pasa allí, ya es fácil de suponer, mucho folleteo y mucha metedura de mano. ¡Joder!, éste ha sido mi sueño de hoy, guarro guarrete y yo he sido durante un rato, ¡el Rey del mambo!.

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JULIO CORTÁZAR