Y hoy es imposible escribir algo que no sea ácido y corrosivo. No puedo sentir otra cosa, pues la mala onda está instaurada dentro de mi cabeza y mientras que la sienta con cada latido de mi muela, va a ser difícil que cambie de movida. Ya se sabe que el dolor de muelas es dolor agudo y que te reclama y por sus cojones toda tú atención y si intentas escapar de sus garras, se agudiza más y más y para decirte más claramente que él está y sigue aquí y que no se irá de tí. Amor pasional, que se llama. Y es que no hay amor sin dolor, pero el dolor tiene unos límites físicos y psíquicos y que llegados a ellos rompen el amor a trizas y al final, solo te quedas con la tortura del dolor o sea te quedas con el dolor y sin amor.
Porque yo ahora no tengo amor por mi muela, sólo deseo su destrucción y por tanto que sea arrancada de una vez por todas y cuando llegas a éste punto, te importa una mierda que te vayas quedando sin muelas, sin dientes y hasta sin mandíbula y si me pongo borde del todo, hasta no me importaría que me arrancaran la cabeza. Porque el dolor te hace ser irracional y lo único que te llega a importar es que te quiten de una puta vez esa tortura dolorosa. Y esa obsesión obsesiva preside todos mis pensamientos y todos mis actos, hoy no soy un ser libre, si alguna vez lo fui, hoy solo soy un trozo de carne dependiente del dolor y él es el que manda y emite las órdenes.
Es como se estuviera embarazado de una criatura que anida dentro de mi muela y que está unida a mi por la muela, pero que tiene su vida propia. No me habla pero continuamente me reclama y emite sonidos agudos y lastimeros y que se cuelan por los resquicios de mis nervios y que al final disparan el gatillo de mi dolor y entonces los nervios se descontrolan y empiezas a sentir los primeros síntomas de la locura. El dolor está bien como aviso, pero no como tortura, pues es distinto el aviso de prevención a que ese dolor sea el tratamiento definitivo y porque el dolor en si mismo no cura nada de nada. Como véis queda una vez más demostrado que el dolor te nubla las entendederas y te convierte en un ser que sólo emite sonidos de quejas lastimeras. Al final de la película te acabas convirtiendo en una bola de carne llena de odio y con el único deseo de matar a todo lo que se menea.
Porque yo ahora no tengo amor por mi muela, sólo deseo su destrucción y por tanto que sea arrancada de una vez por todas y cuando llegas a éste punto, te importa una mierda que te vayas quedando sin muelas, sin dientes y hasta sin mandíbula y si me pongo borde del todo, hasta no me importaría que me arrancaran la cabeza. Porque el dolor te hace ser irracional y lo único que te llega a importar es que te quiten de una puta vez esa tortura dolorosa. Y esa obsesión obsesiva preside todos mis pensamientos y todos mis actos, hoy no soy un ser libre, si alguna vez lo fui, hoy solo soy un trozo de carne dependiente del dolor y él es el que manda y emite las órdenes.Es como se estuviera embarazado de una criatura que anida dentro de mi muela y que está unida a mi por la muela, pero que tiene su vida propia. No me habla pero continuamente me reclama y emite sonidos agudos y lastimeros y que se cuelan por los resquicios de mis nervios y que al final disparan el gatillo de mi dolor y entonces los nervios se descontrolan y empiezas a sentir los primeros síntomas de la locura. El dolor está bien como aviso, pero no como tortura, pues es distinto el aviso de prevención a que ese dolor sea el tratamiento definitivo y porque el dolor en si mismo no cura nada de nada. Como véis queda una vez más demostrado que el dolor te nubla las entendederas y te convierte en un ser que sólo emite sonidos de quejas lastimeras. Al final de la película te acabas convirtiendo en una bola de carne llena de odio y con el único deseo de matar a todo lo que se menea.
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