¡ÓRDENES!

Y son las 11 de la mañana y me acabo de dar cuenta de que hoy tengo la agenda cargada y por la noche de nuevo guardia. Como disfruto currando, me doy asco a mi mismo y por el medio tengo varios temas importantes que resolver. Todos los días hay temas importantes que resolver, pues hasta el asunto más nimio puede ir adquiriendo una importancia descomunal y todo es porque según te pille, así te importará. Y el día sólo tiene 24 horas y si restamos las horas de sobar, cagar, comer, cenar y ducharse, nos quedan unas 12 horas limpias para nuestros quehaceres diarios. Y eso es muy poco, se vea como se vea.

O sea que hoy soy un tío de grandes recados, un eficiente gestor y un estúpido capullo, que para hacer lo que tengo que hacer, tengo que darme a mi mismo vaselina y pensar que soy el mejor. cada uno se engaña con lo que puede y yo ante los recados me tengo que engañar más que nunca y porque sino no los hago y por tanto, los aplazo sin más. Envidio al que apunta sus tareas y después las cumple y las repasa y hasta que no las cumple no se encuentra bien. Porque a mi me pasa al revés, sino las cumplo me dedico a otras cosas y me olvido tranquilamente, pero después me entra el siroco y me pongo del revés.

Al final hago las cosas por el simple hecho de que las tengo que hacer, pero esa sensación no me pone ni me llena como a un pavo, sólo me deja la sensación de deber cumplido y esa sensación es como muy militar o por lo menos lo es para mí y por tanto es algo que tomo como si tuviera que pasar el parte de debido cumplimiento a mi superior. Sí mi Comandante, he cumplido sus órdenes al pie de la letra y ahora si no tiene más órdenes me retiro a mis aposentos. O sea que hago éstas cosas pendientes por miedo al castigo posterior y no por otra razón. Así soy yo, ¡gilipollas hasta la extenuación!.

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JULIO CORTÁZAR