RECICLAJE MENTAL

Si a veces soy muy radical, que dios me perdone y no sólo dios, porque al fin y al cabo dios es sólo una entelequia y por tanto que me perdonéis sobre todo, vosotros. Vosotros, vosotros que soy tan pecadores como yo. Pero ahora no voy a por vosotros, sólo voy a por mi mismo. Tengo esa necesidad ancestral de tener que castigarme y no sé el porqué y tampoco me importa. Esa onda masoquista que a veces se tiene, esa necesidad de torturarte y para ver si sigues vivo.

Porque a veces escribes, hablas, sientes y piensas un tanto mecánicamente y como el coco es la hostia bendita, se compadece de ti y te saca sólo películas que tú ya has vivido y te deja ahí tirado y entretenido y como un niño con un juguete nuevo. Bueno pues no hay juguete nuevo, los juguetes que tengo en mi cabeza todos son viejos y están despeluchados y por tanto, hay que recomponerlos o simplemente tirarlos. Y soy más partidario de tirar y por eso de la radicalidad, que de enmendar y de hacer componendas.

Porque lo viejo y una vez usado y analizado, ya debe ser tirado y porqué sino lo viejo, como todo, se va acumulando y va ocupando un gran espacio de tu disco duro. Y no vale comprimir ese espacio, sólo vale el extraer cuatro ideas claras y que por esa misma claridad te puedan servir para ser aplicadas de nuevo. Es un proceso de puto reciclaje, ese mismo que yo no hago externamente, pero que trato de hacer internamente. Reciclaje mental, que siempre existió a través de los tiempos y que algunos llamaron, meditación y otros limpieza interna o terapia individual o de grupo, y que en mis tiempos de joven, los curas le llamaban, ejercicios espirituales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

JULIO CORTÁZAR