Pues a lo tonto, a lo tonto, ya son las
8 de la tarde y por tanto estoy en la mitad de la guardia. En teoría
quedan las mejores 12 horas, pues si hubiera suerte y cruzo los dedos
por ello, no tendríamos avisos de noche y por tanto se irían 7 u 8
horas durmiendo. Bueno repito, que eso pasaría con toda la suerte
del mundo y por eso no quiero mentar demasiado al demonio.
Yo en esto soy supersticioso y es en lo
único que lo soy, porque por lo demás, me da igual el cruzarme con
un gato negro o que las tijeras estén abiertas o el pasar por debajo
de unas escaleras. Me da igual el número 13 y es más, hasta me
gusta. Pero lo que no me da igual es que alguien que esté de Guardia
conmigo, diga que la Guardia va muy bien y haber si dormimos seguido
ésta noche. Porque entonces y como me despierten por un aviso, me
como al tío o tía y por ser un puto gafe bocazas.
Yo dejo ese triunfalismo cuando ya
llegó el relevo y veo que además está vivito y coleando. Como se
dice en el mundo del fútbol, hasta que acabe el partido no se puede
cantar victoria y porque te pueden meter un gol en el último
segundo. Pues eso, que hasta que el árbitro pite el final de partido
o cuando yo le entrego el teléfono móvil a mi compañero, hasta ahí
es mejor estar calladito y prohibidos los triunfalismos.
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