ÚLTIMA REFLEXIÓN DEL DÍA

Veis, es de noche, de noche profunda y el silencio de la noche impera y la noche lo domina todo, porque simplemente es de noche. Me gustan estos momentos, me gustan porque me gustan y me gustan porque me gustan dos veces o mil veces. O sea que me gustan y al carajo con la vida, que estoy hasta los cojones de tanto razonar porque me gustan las cosas. Una cosa gusta porque algo dice que te gusta, y debe ser ese algo que llevamos dentro, ese algo que nadie sabe lo que es, pero que todo el mundo siente.

Nos entendemos los cuatro humanos que quedamos y sino no nos entendemos enseguida hacemos un apaño y al resto que le den y sino que le vayan dando. Somos así los cuatro humanos que quedamos, somos valientes pero tenemos miedo y ese es nuestro punto más débil, la debilidad humana. El miedo es la madre de la ciencia infusa, esa que decimos que no conocemos, pero sí que sentimos o sea, esa que va por dentro de nuestros circuitos, esa misma que nos toca los cojones o los ovarios todos los días de año.

Pues hoy va de culo tanta ciencia infusa. Yo me siento un dromedario del desierto y bebo muy pocas veces en el día. En realidad soy la hostia bendita, doy besos al aire y regalo todos los deseos del mundo. Hoy estoy espléndido y podía decir al mundo, ¡tranquis tíos!, que lo que hay al otro lado de la película es mucho mejor de lo que pensamos y además, más vale morir de pie y con la frente en alto, que morir de rodillas y con los huevos colgando.

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JULIO CORTÁZAR