¡MAÑANA YA VEREMOS!

Pues un Viernes ¿qué se puede hacer?. Queda totalmente descartado el salir de copas y de borrachera y de paso a ver si cae una damisela, porque no me apetece y porque con mis antecedentes de pendenciero y borracho, ya acabé más que harto. O sea que las posibles alternativas tienen que ser diurnas y sin priva, a pelo y a lo bravo. Pues por aquí, como no te plantees algo relacionado con la naturaleza, vas de culo, cuesta abajo y sin frenos. Y hoy sinceramente la naturaleza me da por el culo, hoy por mí me metería de lleno en la polución de una gran ciudad.
Hoy echo de menos, el tráfico con sus motores rugiendo y con sus tubos de escape humeantes. Las bocinas inquietas. Los semáforos cruzados en rojo. Las caras de desconcierto de la gente. Las 50.000 conversaciones entrecortadas. Las miradas furtivas. El que te mira con cara de asco. El que te pide pasta, o el que no te la pide sino que te la exige. El que vende pañuelos y te limpia el cristal del coche y a cambio de 5 euros. El que hace de mimo o hace de estatua. El bullicio, la marabunta de gente, de voces, de ruidos y de deseos contenidos.

Hoy quiero guerra y guerra urbana. Hoy estoy de mono y necesito una sobredosis de luces de neón. Pero tío, es mejor que aterrices y que observes lo que tienes a tú alrededor y veo un pequeño pueblo a orillas del Mar Mediterráneo y con un precioso y coqueto puerto y cuatro calles sin apenas movimiento y entonces me digo, es mejor que pienses en las setas o en el irte a pescar y además hoy tengo entreno de ping pong y con eso me tendré que conformar hoy. Mañana ¡ya veremos!.

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JULIO CORTÁZAR