Hoy estoy un tanto disperso, empiezo a escribir cosas y las dejo a medias en el tintero. En stand by o en el baúl de los escritos inacabados, esos escritos que siempre te juras que los acabarás algún día y que después nunca lo haces. Será el miedo que tengo a pararme demasiado en una cosa, pues por mi cabeza bullen tantas ideas y pensamientos, que si me paro a repasar algo e darle un final, pienso que mientras tanto, las ideas se me van a escapar. Pero coño, que haber si me entero de una vez por todas, que nada se escapa de mi cabeza pensante.
En tres años no fallé ni un sólo día a la cita del escribir, ni un sólo día que podía dedicarme a ello, pues lógicamente no cuento los días de currar. Pero el resto, que fueron casi todos, siempre me senté a escribir con verdadera disciplina de gladiador. No he fallado ni estando enfermo, ni con la casa echa una mierda por las reformas, buscaba mi esquina entre los objetos que estaban por el medio, tal cual como la que tengo ahora y allí acomodaba mi pequeño ordenador y venga a parir cosas.
Es el ansia, el ansia por escribir todo lo que pasa por mi cabeza y eso que ahora ya me siento más tranquilo, pues hace dos o tres años, ese mismo ansia me hacía ponerme a escribir 15 horas seguidas y creo que más o menos a partir de la octava hora, lo que escribía era esperpéntico. Vamos que me rayaba yo mismo y lo que pensaba y lo que escribía ya no tenían nada que ver.
En tres años no fallé ni un sólo día a la cita del escribir, ni un sólo día que podía dedicarme a ello, pues lógicamente no cuento los días de currar. Pero el resto, que fueron casi todos, siempre me senté a escribir con verdadera disciplina de gladiador. No he fallado ni estando enfermo, ni con la casa echa una mierda por las reformas, buscaba mi esquina entre los objetos que estaban por el medio, tal cual como la que tengo ahora y allí acomodaba mi pequeño ordenador y venga a parir cosas.Es el ansia, el ansia por escribir todo lo que pasa por mi cabeza y eso que ahora ya me siento más tranquilo, pues hace dos o tres años, ese mismo ansia me hacía ponerme a escribir 15 horas seguidas y creo que más o menos a partir de la octava hora, lo que escribía era esperpéntico. Vamos que me rayaba yo mismo y lo que pensaba y lo que escribía ya no tenían nada que ver.
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