SALTAR LOS CHARCOS

¡Y como se ha puesto el día!. El tiempo se ha desmelenado y el viento sopla con toda su fuerza y se acompaña de esos silbidos que indican que el tío no sé anda con coñas marineras. Pero lo peor no es eso, lo peor es que llueve hacia arriba o sea que vas tú todo chulo con tu paraguas de última moda y en teoría para protegerte de la lluvia, pues lógicamente y según dicen los cánones oficiales, el agua de lluvia cae de las nubes y va y resulta que te mojas igual, pues llueve hacia arriba y porque el viento sube la lluvia y menos mal que yo no llevo faldas, porque si no tendría las bragas más que mojadas.

Yo llevo pantalones vaqueros y tampoco es la mejor prenda para estos menesteres, pero es la que tengo y la que quiero tener y por tanto ese mismo pantalón me sirve igual para el invierno que para el verano. Y tuve que salir al ruedo, al ruedo de afuera, y señores, como llovía y como soplaba. Y mira que cuando llueve aquí, llueve a cubos y no se forman simples charcos, se forman  piscinas en plena carretera. Y si eres guiri o algo parecido, te puedes meter la mayor hostia de tu vida, y como yo soy guiri, pero al mismo tiempo, ya soy de aquí y en eso tengo ventaja, ya conozco los sitios donde se forman lagos con la lluvia.

Pero aún así, no estaba seguro si circulaba como tocaba y si era una carretera o era una autopista al cielo. Mares de lluvia acumulada y me acordé de aquellos viejos tiempos en que al volante de mi buga, me encantaba levantar olas de agua y si había un peatón que caminaba por las aceras, ¡que se jodiera con la empapada!. Era malo malísimo y ahora sigo siendo igual de malo, pero con el atenuante de que me gusta saltar los charcos más que antes.