AMOROSO

Hay veces que me entra la onda del arrepentimiento y ¿no sé porqué?. Es decir, no tengo nada grande de lo que arrepentirme pero en cambio lo busco. Busco una causa y busco un motivo, al porqué de esa extraña desazón, como si el hecho de encontrarla me dejara más tranquilo y sedado. Claro, que como me pasa hoy, hay días en que no hay causa posible, ni hostias. No hay nada más que el ulular del fuerte viento de Tramontana y que uno de mis perros, que no son míos y que en realidad, son de mis hijos, no para de ladrar. Ladridos y viento, bonita combinación para una noche de Luna llena y para una película de miedo de hombres lobo. Mientras afuera, en las calles y lo sé porque acabo de salir, no circula ni un alma perdida y es que ni siquiera los perros salen a mear y cagar.

Se respira quietud por todas las esquinas y todo transcurre dentro de los parámetros normales de un día inclemente, pero si fuera clemente, también sería así y porque a partir de las 7 de la tarde, los Isleños echan el cierre a su puerta y se meten en las oquedades de sus agujeros húmedos o hablando en plata y como toca, se meten en sus putas casas en donde la humedad impera y porque vivimos en una Isla rodeada de agua. Bueno, yo el tema de las humedades profundas, lo resuelvo con un buen calentón a golpe de estufa de leña, pues sólo el calor de la leña tiene esa capacidad tan extraordinaria de calentar hasta los cimientos de la casa.

Yo antes y hace mucho tiempo, era un tío de los que les gustan andar a pecho descubierto o sea que andaba desabrigado y no pasaba ni pizca de frío. Pero ahora y desde hace unos largos años, busco y como un loco, el abrigo que da el calor o ese sobrecogimiento que me enternece. Sí, porque con el calor de la leña y digo leña, me pongo tierno y delicado o como decía el otro, me pongo amoroso y dispuesto a la floración. El calor me ablanda los esfínteres y después de ir a cagar y mear, me quedo en estado sedado, pero si hay posible guerra por el medio, me excito y empieza mi festival de suelta de feromonas y entonces, es imposible que nadie me pare hasta el mismísimo amanecer. Y por eso enciendo la estufa de leña todos los días, para estar amoroso y preparado por si algo cae.

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