CON LA IGLESIA NOS HEMOS TOPADO

O sea que ahora, resulta que el Papa es progresista, pero yo lo veo más bien progresista de palabra y esto relativamente, pero desde luego, no de hechos. Pues mientras sea la cabeza visible de ese tinglado que tiene la Iglesia, que se llama Vaticano y no vea y compruebe por observadores internacionales que se está barriendo un poco su casa o su gran palacio instalado en Roma, yo lo siento y lo siento mucho, pero no me creo nada de nada. Es que nunca entendí como se pueden hacer las casas empezando por el tejado y es que el tío o Papa está más solo que la una y por mucho que prometa y por mucho que perjure que las cosas van a cambiar, no me lo creeré hasta que mis dedos no toquen y palpen los cambios.

Esos cambios paternales, esos yo te comprendo, pero estoy atado de pies y manos y no puedo hacer nada más que lo que digo y falsamente pregono, pues está muy bien para lerdos analfabetos, para tontos de capirote o de semana santa, pues a estos les da igual que haya curas pederastas o violadores o puteros, pues con tal de que salga su procesión en su día y en su hora, todo va bien en la viña del señor. Claro que después te encuentras con fieles de su Iglesia, que quieren que le paguemos todos y todos, somos todos y yo incluído, con el heraldo público su procesión angustiosa. Y eso si que no, eso sí que no y porque vamos a ver ¿acaso alguien me paga mis ritos diabólicos? y los de toda la peña que adoramos a Lucifer.

Pues no y porque volvemos a lo mismo, mis procesiones y celebraciones son pecaminosas y en cambio la de ellos, pues no. Aparte del cachondeo, a veces también soy un tío muy serio y claro que yo no creo en nada y en ese nada entra la patraña del Lucifer y lo que queda más que claro, es que si unos y otros quieren pasta pública para sus celebraciones, pues sencillamente que no se les de y punto y pelota. No es tan difícil aprender a decir que NO, pero en ese tipo de peticiones nunca escucho el apoyo de su Santidad el Papa y ¿vosotros?. Yo sólo creo en la Humanidad, que no en el Hombre, en la Humanidad pura y dura y sin vaselina.

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