EL ARREPENTIMIENTO

Hoy pensaba en mis medicaciones, en todas las medicaciones que me tengo que tomar y porque estoy lleno de agujeros patológicos: padezco de azúcar zalamero, la tensión me subía por las nubes, el riego y la circulación sanguínea ya no fluye como antes y por eso necesito ayuda farmacológica. En concreto todos los días me tengo que zampar 7 bonitas y coloridas pastillas y claro que... que surgen muchas preguntas: ¿necesitaré tantas pastillas al día? y ¿todas son igual de necesarias?. Bueno, antes y en otros tiempos jugaría con las pastillas o sea hoy, me tomaría las rojas y mañana, la verdes y pasado, las azules y para no aburrirme. Pero hoy en día no y porque me ha costado su trabajito llegar a entender que antes de la liquidación definitiva, vienen las rebajas, pero en el fondo yo me vendo muy caro, pues como decía el anuncio, ¡yo lo valgo!.

Llegó la hora de cuidarse y de mimarse, pero no por necesidades sentimentales y amorosas, sino por necesidades fisiológicas y porque un día, te puede saltar la tapa de los sesos y porque en otro día, se te puede atascar una cañería. Y es que consustancial a la vejez estar a la vez quejoso y achacoso, pero sin pasarse un pelo demás y porque he comprobado que si te descuidas un poco y solo un poco, saltan los resortes de las alarmas y empieza un proceso de descalabramiento en cadena. Además yo durante toda una vida me dediqué sin piedad a machacar mi cuerpo y ahora como se dice, tengo que pagar las consecuencias.

El concepto de tener que pagar algo que hice en mi pasado, me lo paso por la raya del culo. E hice y está hecho y además, ya no tiene remedio, porque yo no acepto el remordimiento del pecado y solo acepto el cambio de pensamiento. Vamos, que si he cambiado de forma de vivir, pues está claro que también he cambiado mi forme de pensar y de actuar y lo que hice anteriormente lo dejo para que sea escrito en las páginas de la Historia, pero para nada más. Lo que vale es asumir tu pasado, presente y futuro y tocar tus piezas fundamentales y entre ellas, no está el arrepentimiento.

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JULIO CORTÁZAR