Estamos a 23 de Diciembre y es Miércoles y no tengo más que decir y porque no se me ocurre nada, pero nada de nada, no se me ocurre algo alucinante o algo brillante como un diamante o algo hermoso como una declaración de amor y eso que tengo preparado el discurso, el discurso amoroso y lo tengo preparado y estudiado, pero me falta el objeto o la persona y por tanto, me falta el objetivo. Hay quién se declara a fantasmas, a fantasmas de su vida o a aquella mujer que lo dejó sin contemplaciones o que lo dejó suavemente, pero que lo dejó igualmente y es que hay muchas personas que se quedaron trabadas por el camino y desde esas, casi no respiran y solo suspiran. Y pudo ser de otra manera y pude hacer otra cosa y debí tomar la iniciativa y pude bañarme en pelotas en aquella playa tan hermosa.
Y pudieron hacer tantas cosas, que no hicieron ninguna. Por tanto ese pensamiento se torna envolvente y empieza por un recuerdo de aquella persona y sigue con el consabido pudo ser de otra manera y después, vienen los vómitos de ideas y pude haber hecho esto y lo otro y... Y mira el como estoy ahora de jodido. Y como no pase una guerra por el medio, ese señor seguirá igual de condenado. La amargura de que pude ser mejor, la crueldad de los hechos y la piraña de los remordimientos y entre estos tres pilares va a vivir siempre. Claro que hay que entender que los humanos somos seres limitados y que hay algunos más que los otros.
Pero la solución tampoco es pasar por delante las virtudes que tiene la vida, ni mandarlo a un cursillo de autoestima. La solución no sé cual es, pero si sé la que no es. Y desde luego no es la Farmacológica, porque el ánimo no se espabila a base de pastillas y es que hay algo dentro de nosotros que no entendemos, hay algo que repente salta y porque sí y eso, es lo que tenemos que comprender, que cuando salte esa alarma, es cuando nos tenemos que poner en funcionamiento.
Y pudieron hacer tantas cosas, que no hicieron ninguna. Por tanto ese pensamiento se torna envolvente y empieza por un recuerdo de aquella persona y sigue con el consabido pudo ser de otra manera y después, vienen los vómitos de ideas y pude haber hecho esto y lo otro y... Y mira el como estoy ahora de jodido. Y como no pase una guerra por el medio, ese señor seguirá igual de condenado. La amargura de que pude ser mejor, la crueldad de los hechos y la piraña de los remordimientos y entre estos tres pilares va a vivir siempre. Claro que hay que entender que los humanos somos seres limitados y que hay algunos más que los otros.
Pero la solución tampoco es pasar por delante las virtudes que tiene la vida, ni mandarlo a un cursillo de autoestima. La solución no sé cual es, pero si sé la que no es. Y desde luego no es la Farmacológica, porque el ánimo no se espabila a base de pastillas y es que hay algo dentro de nosotros que no entendemos, hay algo que repente salta y porque sí y eso, es lo que tenemos que comprender, que cuando salte esa alarma, es cuando nos tenemos que poner en funcionamiento.
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