A veces cuando escucho música me pasa un escalofrío por mi espalda y me entran ganas de sacar de mis entrañas mis pensamientos más entrañables, pues de las entrañas ¿qué va a salir?, pues lógicamente los pensamientos más entrañables y bueno, en definitiva me entran ganas de abrirme en canal y arrancarme las vísceras. En realidad me entran ganas de poner nueva letra a todas esas canciones que me producen esas sensaciones. No sé, me entran ganas de parar el mundo y que a partir de aquí, que empiece a funcionar de nuevo. Pero claro, son sensaciones y las sensaciones tienen como su principal característica, que duran unos dos o tres segundos y cuando ya crees que las tienes atrapadas, resulta que ya se han despedido.
Ya lo dije siempre, lo bueno dura poco y además, por eso es bueno, porque dura poco y es que si durara más, nos pasaríamos el día todo colocados. Porque eso mismo es lo que nos pasa cuando tomamos drogas, que intentamos prolongar lo más posible ese estado. Eso perseguimos y otra cosa muy distinta, es que lo consigamos y porque cada droga tiene su propio punto, pero ese punto solo se consigue tener unas cuantas veces, el resto de las veces solo perseguimos llegar a ese punto, pero lo más normal y para nuestra desgracia, es quedarse por el puto medio o sea, no te quedas colocado, ni descolocado, simplemente te quedas en el limbo o en la tierra de nadie.
Pocas o muy pocas veces alcanzas ese punto ideal, ese punto que un día tuviste la suerte de llegar a probar o que te contaron de que iba ese viaje. Es como esa borrachera en la que un día te lo pasaste de miedo y de la que siempre te queda el recuerdo y el resto de tu vida de borracheras, es para intentar alcanzar aquél punto ideal, pero claro, la mayoría de las veces te quedas en el estado de baboso, grimoso y empalagoso. Y en las drogas tampoco hay más, hay solo uno o dos buenos momentos, pero como los humanos somos gilipollas, pensamos que quizá la próxima vez la droga será mejor y por eso nos enganchamos y con el resultado final, de darnos de bruces con la puta realidad y esa es, que nunca más sentiremos aquél placer inicial.
Ya lo dije siempre, lo bueno dura poco y además, por eso es bueno, porque dura poco y es que si durara más, nos pasaríamos el día todo colocados. Porque eso mismo es lo que nos pasa cuando tomamos drogas, que intentamos prolongar lo más posible ese estado. Eso perseguimos y otra cosa muy distinta, es que lo consigamos y porque cada droga tiene su propio punto, pero ese punto solo se consigue tener unas cuantas veces, el resto de las veces solo perseguimos llegar a ese punto, pero lo más normal y para nuestra desgracia, es quedarse por el puto medio o sea, no te quedas colocado, ni descolocado, simplemente te quedas en el limbo o en la tierra de nadie.
Pocas o muy pocas veces alcanzas ese punto ideal, ese punto que un día tuviste la suerte de llegar a probar o que te contaron de que iba ese viaje. Es como esa borrachera en la que un día te lo pasaste de miedo y de la que siempre te queda el recuerdo y el resto de tu vida de borracheras, es para intentar alcanzar aquél punto ideal, pero claro, la mayoría de las veces te quedas en el estado de baboso, grimoso y empalagoso. Y en las drogas tampoco hay más, hay solo uno o dos buenos momentos, pero como los humanos somos gilipollas, pensamos que quizá la próxima vez la droga será mejor y por eso nos enganchamos y con el resultado final, de darnos de bruces con la puta realidad y esa es, que nunca más sentiremos aquél placer inicial.
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