Yo sé...yo sé que habrá momentos y momentos y que hoy está escrito que es un día triste y si está escrito es que está escrito en los manuales de la historia y ente eso ¿que puedo decir yo en su contra?. Puedo decir que no está bien, que no me lo merezco y esas cosas que siempre se dicen cuando no estás conforme con lo planteado, pero por mucho que chille, por mucho que ladre, por mucho que queme contenedores de basura y de paso, unos cuantos autobuses, yo creo que no voy a poder cambiar el signo del día. Hombre, siempre se puede suavizar un poco y darle una capa de suave barniz a la cosa, pero el supositorio del día te los vas a tener que tragar igualmente y para eso, prefiero poner directamente el culo y sin vaselina.
Y digo, sin vaselina, porque a mi me gusta lo guarro y lo que rompe fibras y esfínteres corporales y hacer saltar sin más historias ni preámbulos, las chispas de la pasión desatada. Y es que cuando me compraron, yo ya era así, así de cafre, así de animal y así, de entrañable y porque me gusta esa mezcla, ese cruce de animal prehistórico con perro cariñoso y es que después de un fuerte y doloroso mordisco me gusta dar un potente y suave beso cariñoso y después de hacer el amor y rompiendo la cama, me gusta la dulzura de un largo y silencioso abrazo. Como explicaros bien y para que os quede clarito, que a mi me gusta ser mimoso y empalagoso, pero al mismo tiempo, odio tanto el azúcar relamido, que de ahí vienen mis prontos viscerales llenos de rabia apasionada.
Vamos que me gusta el ying yang de la vida y el pasar de un tema al contrario y en una sucesión casi imposible de soportar. A mi lo de la calma, como que no es mi fuerte y mis lapsus de calma son para coger impulso y carrerilla y de nuevo, a la guerra y hasta que no quede en pie una frontera. Mi calma es rabiosa, mi calma es para planificar mejor mi siguiente ataque y para hacer más daño o para demostrar mejor mis sentimientos y porque las luchas de la vida, no todas son agresivas y hay brotes verdes de dulces caricias y maravillosos besos a la luz de la luna y ya puestos a elegir, me quedo con mis momentos más dulces y placenteros.
Y digo, sin vaselina, porque a mi me gusta lo guarro y lo que rompe fibras y esfínteres corporales y hacer saltar sin más historias ni preámbulos, las chispas de la pasión desatada. Y es que cuando me compraron, yo ya era así, así de cafre, así de animal y así, de entrañable y porque me gusta esa mezcla, ese cruce de animal prehistórico con perro cariñoso y es que después de un fuerte y doloroso mordisco me gusta dar un potente y suave beso cariñoso y después de hacer el amor y rompiendo la cama, me gusta la dulzura de un largo y silencioso abrazo. Como explicaros bien y para que os quede clarito, que a mi me gusta ser mimoso y empalagoso, pero al mismo tiempo, odio tanto el azúcar relamido, que de ahí vienen mis prontos viscerales llenos de rabia apasionada.
Vamos que me gusta el ying yang de la vida y el pasar de un tema al contrario y en una sucesión casi imposible de soportar. A mi lo de la calma, como que no es mi fuerte y mis lapsus de calma son para coger impulso y carrerilla y de nuevo, a la guerra y hasta que no quede en pie una frontera. Mi calma es rabiosa, mi calma es para planificar mejor mi siguiente ataque y para hacer más daño o para demostrar mejor mis sentimientos y porque las luchas de la vida, no todas son agresivas y hay brotes verdes de dulces caricias y maravillosos besos a la luz de la luna y ya puestos a elegir, me quedo con mis momentos más dulces y placenteros.
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