Y ¡buenos días! y porque hoy es lunes y hoy comienza otra semana y eso de alguna manera hay que celebrarlo y celebrarlo por adelantado y por si acaso no llegas al final de la semana y porque te quedas tieso o medio lisiado y por eso yo prefiero las celebraciones por adelantado y porque nunca se sabe. Además me gustan las celebraciones con riesgo, es decir tú por ejemplo, apuestas por una buena semana y el arte del tema está en que a pesar de las dificultades y contratiempos, tú meta, que es la de tener una buena semana, se conserve por encima de todo y puede que sea porque me gusta jugar con las sensaciones, porque con la pasta si que no juego.
Yo siempre dije que me gusta ir rozando las esquinas de la vida y adoro los peligros psicológicos y los que me desquician o me vuelven un poco loco. Y entro y salgo y vuelvo a entrar, pero siempre me llevo conmigo un trozo de cordura o de locura y porque gracias a tirar de ese trozo a veces me puedo salvar, no siempre, está claro, pues varias veces me he quedado empantanado en el otro lado y al final, tuve que recurrir a los llamados maestros del coco loco y claro, al final acabé atiborrado de pastillas y hasta las cejas. Y entiendo que primero te atiborren y que te dejen tonto, pero solo lo entiendo en el primer momento y para frenar en seco tus ansias más locas.
Ahora bien, la prolongación de los tratamientos psiquiátricos sí que no lo entiendo y porque a fuerza de sobredosis pastilleras y alargadas en el tiempo, acaban descerebrándote. Y yo me acuerdo de los psiquiátricos y de como todos andábamos como putos zombis y uno se confundía de habitación y resulta que la suya estaba en el otro extremo y el otro se dormía por los suelos y a ti se te doblaban las piernas y como si fueran de plastilina. Ahora sí, llegaba la hora de repartir las pastillas y de tragarlas a palo seco y nos poníamos como niños en fila india y al que se quisiera colar, se le caía el pelo y los huevos al suelo...y para que después digan que no somos seres primarios, pues hasta nos peleamos para que nos descerebren un poco más. Y entonces la conclusión está en que somos seres humanos, pero no lo somos tanto...
Yo siempre dije que me gusta ir rozando las esquinas de la vida y adoro los peligros psicológicos y los que me desquician o me vuelven un poco loco. Y entro y salgo y vuelvo a entrar, pero siempre me llevo conmigo un trozo de cordura o de locura y porque gracias a tirar de ese trozo a veces me puedo salvar, no siempre, está claro, pues varias veces me he quedado empantanado en el otro lado y al final, tuve que recurrir a los llamados maestros del coco loco y claro, al final acabé atiborrado de pastillas y hasta las cejas. Y entiendo que primero te atiborren y que te dejen tonto, pero solo lo entiendo en el primer momento y para frenar en seco tus ansias más locas.
Ahora bien, la prolongación de los tratamientos psiquiátricos sí que no lo entiendo y porque a fuerza de sobredosis pastilleras y alargadas en el tiempo, acaban descerebrándote. Y yo me acuerdo de los psiquiátricos y de como todos andábamos como putos zombis y uno se confundía de habitación y resulta que la suya estaba en el otro extremo y el otro se dormía por los suelos y a ti se te doblaban las piernas y como si fueran de plastilina. Ahora sí, llegaba la hora de repartir las pastillas y de tragarlas a palo seco y nos poníamos como niños en fila india y al que se quisiera colar, se le caía el pelo y los huevos al suelo...y para que después digan que no somos seres primarios, pues hasta nos peleamos para que nos descerebren un poco más. Y entonces la conclusión está en que somos seres humanos, pero no lo somos tanto...
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