Ayer estaba de Guardia y me tocó ver a un ciclista muerto por ser atropellado, muerto en el acto y en el sitio. Y hay cosas o momentos que te hacen pensar en la transitoriedad de la vida, en que el tío se preparó para salir a pedalear con su bici y supongo que para hacer su tira diaria de kilómetros y no pensaba que la muerte estaba al acecho y esperándole al final de aquella cuesta. Pues sí estaba y vino en forma de coche y que simplemente se lo llevó por delante, lo arrolló y lo lanzó al espacio y allí no se quedó, calló y reventó por dentro. Y era un guiri, un guiri italiano, que me supongo que haría turismo con su bici. Pero en Verano la carretera de ésta Isla, no está para bicis, por exceso de tráfico y porque en realidad la carretera es una puta mierda.
Bueno, hay sectores isleños que defienden que la carretera tiene que seguir así, así de estrecha y así de mierda y lo argumentan porque para tres o cuatro meses que dura la temporada de verano, no merece la pena ampliar la carretera. Y yo entiendo en parte su argumento de fondo, que es que las grandes carreteras joden el paisaje, pero señores vayan en coche y ya no digo en bici, cualquier día de estos y comprobarán una cosa: o se prohibe la circulación de camiones y coches o hay que ampliar esa vía y para que todo circule más fluido y con menos riesgo vital.
Mirar, yo en mi ideario utópico de sociedad, no habría coches, ni camiones, pero si habría trenes y a todas horas. Pero en ésta Isla lejos y muy lejos estamos de esa posible solución y mientras tanto lo que habría que conseguir es que no nos jugáramos el pellejo conduciendo y si hay que poner uno o dos carriles más, se ponen, porque la vida está por encima de todo. Y que me importa a mi que solo sean dos o tres meses al año, porque en esos dos o tres meses al año la vida me la juego y nos la jugamos igual. Y tendrá que pasar lo de siempre, un gran y estrepitoso accidente múltiple para que los políticos nos oigan y por supuesto, con muchos muertos y ríos de sangre inocente.
Bueno, hay sectores isleños que defienden que la carretera tiene que seguir así, así de estrecha y así de mierda y lo argumentan porque para tres o cuatro meses que dura la temporada de verano, no merece la pena ampliar la carretera. Y yo entiendo en parte su argumento de fondo, que es que las grandes carreteras joden el paisaje, pero señores vayan en coche y ya no digo en bici, cualquier día de estos y comprobarán una cosa: o se prohibe la circulación de camiones y coches o hay que ampliar esa vía y para que todo circule más fluido y con menos riesgo vital.
Mirar, yo en mi ideario utópico de sociedad, no habría coches, ni camiones, pero si habría trenes y a todas horas. Pero en ésta Isla lejos y muy lejos estamos de esa posible solución y mientras tanto lo que habría que conseguir es que no nos jugáramos el pellejo conduciendo y si hay que poner uno o dos carriles más, se ponen, porque la vida está por encima de todo. Y que me importa a mi que solo sean dos o tres meses al año, porque en esos dos o tres meses al año la vida me la juego y nos la jugamos igual. Y tendrá que pasar lo de siempre, un gran y estrepitoso accidente múltiple para que los políticos nos oigan y por supuesto, con muchos muertos y ríos de sangre inocente.
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