Las cicatrices curan, pero siempre dejan marca y a veces, ni curan y crecen hacia afuera y como si fueran putos tumores en la piel, pero lo peor que puede pasar, es que crezcan hacia dentro, hacia tus interiores, que ocupen esos espacios, que se expandan hacia las vísceras y órganos, que toquen tus huesos y aponeurosis, que besen tus articulaciones, es decir, que se convierten en putas coliflores interiores. Porque crecer todo crece, pero si es hacia afuera, tienen mucho espacio libre y a no ser que tomen dimensiones sobrehumanas, más o menos las puedes llevar como colgajos decorativos. Y el crecimiento hacia dentro, no se ve, pero se siente y porque oprime y hace daño y es lo que se llama, el efecto de una masa tumoral.
Y esto que he dicho vino muy bien, pues he repasado un poco de Anatomía, que fue una de mis asignaturas preferidas y creo que de toda mi carrera de las pocas buenas notas que saqué. Y tiene cojones la cosa, ¡Anatomía! y creo que eso me influyó mucho para seguir buscando con ahínco y tesón en los más recónditos lugares de cuerpos ajenos. Me encantaba recorrer los recovecos de los cuerpos con la yema de mis dedos, me encantaba y me encanta, porque aún no me he muerto. Creo que algunos a esto le llaman curiosidad corporal, claro que yo iría más lejos, mucho más lejos y cuantas veces pensé en abrir en canal cuerpos ajenos, pues muchas, pero de alguna manera entendía, que ese cuerpo no era el mío, que había que cuidarlo y mimarlo, que había que entrar en él a base de cariño y entrañables palabras.
Pero la Anatomía seguía como idea fija y cada piel suave que tocaba le quería dar la vuelta y así, abrir sus capas de cebolla. Cada piel, cada dedo, cada pelo, cada cuello que adornaba con mis besos, cada ombligo escondido, cada pubis con o sin pelos y éste es un tema peliagudo, antes me gustaban los pubis peludos y ahora, ya no lo sé muy bien. Los tiempos cambian, pero creo que los Pubis me siguen gustando peludos, pero quizá menos peludos que antes, aunque si se me apura mucho, me da igual los pelos que tengan y es que con pelos o sin pelos, un Pubis es un trozo de cielo. ¡Y amén!
Y esto que he dicho vino muy bien, pues he repasado un poco de Anatomía, que fue una de mis asignaturas preferidas y creo que de toda mi carrera de las pocas buenas notas que saqué. Y tiene cojones la cosa, ¡Anatomía! y creo que eso me influyó mucho para seguir buscando con ahínco y tesón en los más recónditos lugares de cuerpos ajenos. Me encantaba recorrer los recovecos de los cuerpos con la yema de mis dedos, me encantaba y me encanta, porque aún no me he muerto. Creo que algunos a esto le llaman curiosidad corporal, claro que yo iría más lejos, mucho más lejos y cuantas veces pensé en abrir en canal cuerpos ajenos, pues muchas, pero de alguna manera entendía, que ese cuerpo no era el mío, que había que cuidarlo y mimarlo, que había que entrar en él a base de cariño y entrañables palabras.
Pero la Anatomía seguía como idea fija y cada piel suave que tocaba le quería dar la vuelta y así, abrir sus capas de cebolla. Cada piel, cada dedo, cada pelo, cada cuello que adornaba con mis besos, cada ombligo escondido, cada pubis con o sin pelos y éste es un tema peliagudo, antes me gustaban los pubis peludos y ahora, ya no lo sé muy bien. Los tiempos cambian, pero creo que los Pubis me siguen gustando peludos, pero quizá menos peludos que antes, aunque si se me apura mucho, me da igual los pelos que tengan y es que con pelos o sin pelos, un Pubis es un trozo de cielo. ¡Y amén!
No hay comentarios:
Publicar un comentario