Y de nuevo estamos en Sábado y un Sábado más en mi a veces triste existencia y en mi muchas veces grandiosa existencia, pues todo depende de lo grande que te encuentres y yo tiendo y por asunto genético a considerarme importante. Después que lo seas o no, es otro asunto, porque yo hablo de la percepción de como te sientes y no hablo de mis verdaderos resultados. Si el éxito se mide en pasta, yo (por arruinado que soy y que estoy) tendría que ser calificado de fracasado, mejor dicho, de puto y asqueroso fracasado. Y ¿por mi fama? o ¿por mi extensión social?...pues insisto, me pasa lo mismo, que en éste aspecto, huelo y sepo a fracaso.
Pero en cambio ¿qué pasa?...pues pasa que yo me siento importante, vamos que tengo peso en lo que digo y opino, por lo menos lo tengo para mí. Me gusta oírme y escucharme y me encanta cuando interpreto ( o eso intento) a dos Brunos todos contradictorios y toma capullo santurrón y te la devuelvo porque eres un malvado capullón. Bueno, ya conocéis mi debilidad por la cara A o B de la vida y odio las estaciones intermedias y el razonamiento de que tú tienes parte de la razón y tú (por su antítesis) tienes la otra. No señor, o tienes la razón o no la tienes y es que yo odio los pasteleos.
Bueno, alguna vez se rompe éstas regla, porque como toda regla tiene sus excepciones, pero eso no quita que mi lema sea "al pan, pan y al vino, vino" y abajo los efectos colaterales. Es decir, si te duele lo que yo te digo y porque es lo que realmente pienso, pues ¡te jodes! y en mí y en mis palabras y actos no busques consuelo ninguno. Y de nuevo me acuerdo de aquél amigo que para decirte algo empezaba por tus antecedentes familiares, sociales y personales y venga y venga a sobar los argumentos y cuando llegaba la hora de decir la verdad (porque siempre llega esa hora), lo que había sido un problema se convertía en una mera anécdota.
Pero en cambio ¿qué pasa?...pues pasa que yo me siento importante, vamos que tengo peso en lo que digo y opino, por lo menos lo tengo para mí. Me gusta oírme y escucharme y me encanta cuando interpreto ( o eso intento) a dos Brunos todos contradictorios y toma capullo santurrón y te la devuelvo porque eres un malvado capullón. Bueno, ya conocéis mi debilidad por la cara A o B de la vida y odio las estaciones intermedias y el razonamiento de que tú tienes parte de la razón y tú (por su antítesis) tienes la otra. No señor, o tienes la razón o no la tienes y es que yo odio los pasteleos.
Bueno, alguna vez se rompe éstas regla, porque como toda regla tiene sus excepciones, pero eso no quita que mi lema sea "al pan, pan y al vino, vino" y abajo los efectos colaterales. Es decir, si te duele lo que yo te digo y porque es lo que realmente pienso, pues ¡te jodes! y en mí y en mis palabras y actos no busques consuelo ninguno. Y de nuevo me acuerdo de aquél amigo que para decirte algo empezaba por tus antecedentes familiares, sociales y personales y venga y venga a sobar los argumentos y cuando llegaba la hora de decir la verdad (porque siempre llega esa hora), lo que había sido un problema se convertía en una mera anécdota.
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