Yo a veces tiemblo, porque en sí temblar no es malo, prefiero temblar que contenerme y en consecuencia, tener que retener todo lo que llevo dentro, porque no soporto las mordazas autoimpuestas y menos las que te imponen y te coaccionan en un mudo silencio. Bueno, la verdad es que yo a los silencios también los amo, pero aclaro, no son autoimpuestos y más bien son deseados. Y la cuantía de ese silencio o su largura en el tiempo puede llegar a ser casi infinita, porque amo el silencio y pierdo la noción del tiempo. Después me digo: coño si ha pasado un año o dos y no he vuelto a ver a esa persona y mira que esa persona y en aquél momento había sido grande e inmensa y casi llegó a ocupar todo mi espacio mental, cerebral y corporal y hasta había conseguido entrar en el mundo de mis sueños, cosa que muy pocas personas lo consiguen. No sé que me pasa, pero si sé que me harto de las situaciones repetitivas y sin salida y al final entro en una especie de estado de éxtasis y de estar hasta los huevos, entro en un estado de sobresaturación.
Por eso cuando he alcanzado ese estado yo voto por entrar en silencio, porque lo dicho ya ha sido dicho, porque lo hablado no hace más que fallar y venga y venga y venga...y si hacemos lo que yo dije al principio, pero resulta que no estamos en el principio y si estamos en el final, porque la cuestión de fondo es que uno tiene que aceptar que puede perder, que algo hizo mal o que la otra persona lo hizo peor y que el resultado final, será que cada cual siga su vida sin la otra persona. Ahora sí, culpabilidades como que no, cada uno metió la pata a su manera y además, ya somos bastante mayorcitos como para señalar con el dedo la culpabilidad total del otro y así, zafarnos de la nuestra.
Silencio se rueda, silencio se piensa, silencio se decide y las decisiones en silencio son muy firmes y por estar muy pensadas y profundamente meditadas. Yo antes, no soportaba los silencios prolongados y porque el silencio me hacía sentirme incómodo y molesto y claro, hablaba por hablar y prometía sin pensar y entraba en una especie de estado verborreico y no hacía más que decir imbecilidades. Toda buena decisión se precede de un silencio interior y a veces exterior, porque en algún momento tendrás que sopesar las cosas y ponerlas en fila india y en éste aspecto el silencio es nuestro mejor aliado y por eso, yo adoro tanto el silencio.
Por eso cuando he alcanzado ese estado yo voto por entrar en silencio, porque lo dicho ya ha sido dicho, porque lo hablado no hace más que fallar y venga y venga y venga...y si hacemos lo que yo dije al principio, pero resulta que no estamos en el principio y si estamos en el final, porque la cuestión de fondo es que uno tiene que aceptar que puede perder, que algo hizo mal o que la otra persona lo hizo peor y que el resultado final, será que cada cual siga su vida sin la otra persona. Ahora sí, culpabilidades como que no, cada uno metió la pata a su manera y además, ya somos bastante mayorcitos como para señalar con el dedo la culpabilidad total del otro y así, zafarnos de la nuestra.
Silencio se rueda, silencio se piensa, silencio se decide y las decisiones en silencio son muy firmes y por estar muy pensadas y profundamente meditadas. Yo antes, no soportaba los silencios prolongados y porque el silencio me hacía sentirme incómodo y molesto y claro, hablaba por hablar y prometía sin pensar y entraba en una especie de estado verborreico y no hacía más que decir imbecilidades. Toda buena decisión se precede de un silencio interior y a veces exterior, porque en algún momento tendrás que sopesar las cosas y ponerlas en fila india y en éste aspecto el silencio es nuestro mejor aliado y por eso, yo adoro tanto el silencio.

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