BELLEZA

Que a mi me guste la belleza no es culpa mía,

yo no tengo la culpa de haber nacido en un sitio tan bello como mi ría de Vigo,

ni de haber estudiado en Santiago de Compostela,

donde la lluvia es arte 

y todo lo que ves y tocas sigue siendo arte,

como echo de menos sus piedras de granito,

sus maravillosos soportales,

sus suelos de piedra mojada,

sus plazas, sus esquinas, sus escaleras húmedas y resbaladizas,

y de mi Vigo natal

¿qué os puedo contar?,

que echo de menos esto y más:

mis Islas Cíes, mis puestas de sol sobre ellas,

mi barco que cruza al otro lado,

mi playa de Samil con sus dunas y pinares,

mis partidos de fútbol con la marea baja,

mis escalofríos al bañarme en aquellas aguas tan fría,

mis vendimias de uva y vino, mi Gansa, mis Patos,

mi bici de niño, mis atajos, mis descampados,

mis esquinas debajo de la parra,

y sigo con la belleza...

sigo con la belleza de A Coruña (viví 3 años en ella)

y me la pateé de arriba abajo

y viví en el piso 18 de un largo edificio con vistas al Atlántico

y aquello se movía en los días de temporales,

parecía un barco escorado y a punto de naufragar,

y la belleza desquiciante de sus alrededores

y seguimos con la belleza de mi mundo,

siguiente etapa...A Costa da Morte,

si quería belleza natural y salvaje

no podía haber caído en mejor sitio,

temporales de lujo y a todo trapo,

mares en ebullición constante,

dolores de Alma por tanta belleza,

pero eso sí, todo muy solitario y un tanto triste y penoso,

vivir allí es duro y a medida que pasaba el tiempo

iba decayendo a pasos agigantados mi estado de ánimo

hasta que un día aterricé en el Sur de España,

en concreto en Cádiz

y porque tiran más dos tetas que dos carretas,

y señores y señoras, volví a descubrir otro mundo mágico,

aquello estaba lleno de Duendes que hablaban en gaditano

y rodeados de aquel maravilloso entorno era como estar en el cielo,

pero como en todo en mi vida,

hubo que pasar página y porque nada dura lo que tenía que durar

(siempre, queremos más y mucho más)

y entonces, trasladé mis cuatro cosas

a una Isla que casi no sale en el mapa,

Menorca, que su belleza no desmerece a mis anteriores tierras,

es decir, seguimos en la brecha de la belleza y a toda máquina

y la verdad, es que no sé cuando se puede parar la producción de belleza,

de momento seguimos a tope y hasta los topes,

a Menorca la tengo en el mapa de mis mejores y entrañables bellezas

y otro día os contaré de algunas a las que conocí parcialmente,

es decir, de esas que he visto de vacaciones...

...pero eso será otro día...

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JULIO CORTÁZAR