ESCENAS...

                        Las historias se cuentan o no se cuentan y si se cuentan que se aproximen lo más posible a la realidad o sino que vuelen gracias a una imaginación desbordante y siempre alucinante, porque la realidad no es siempre lo que se puede tocar y comprobar, hay realidades que se escapan a nuestra determinada forma de ver las cosas. Y un ejemplo de ello, es que la realidad siempre se puede ver de dos maneras (eso por lo menos)...si tú eres el puto prota de la película lo ves de una forma, en cambio si eres un puto pringado de mierda, la verás desde otro ángulo muy diferente. Desde arriba las cosas se ven muy bien, tienes mayor amplitud de miras, tienes la visión comparativa entre varias alternativas, ves las cosas con más perspectiva y eres capaz de ver cada detalle en el conjunto del cuadro. 

                        En cambio desde abajo, las cosas se ven al revés y las ves desde una perspectiva que empieza por los pies y acaba por las cabezas, el mundo al revés y empezando por los pies. Claro que hay los que lo adornan todo y meten florituras por todos lados y se les da por meter amores perdidos y criminales que por cierto, siempre acaban fatal y con la puta muerte de uno de los protas. Pero normalmente así no es y lo digo porque normalmente muere el paria de abajo y el pringado de turno y el puto prota de mierda suele salir reforzado y además, se lleva a la cama al chico o chica de la película.

                       Después te ponen las escenas de amor y en las que se parecen más a un par de perros todos salidos que sólo se quieren desnudar para montarse sin más como dos perros...sin más preámbulos, quiero decir. Un beso pasional y arrinconas a la chica y en el mismo beso le desabrochas la camisa, le quitas la falda y el sujetador y chin pon y ya se acabó la escena de amor. Algunos le llaman amor de conejo...tu montas, descargas y vuelta a empezar. Hay cierta violencia en éste tipo de escenas, hay la violencia animal del ser pasional medio descontrolado y hay la violencia desatada pero a la vez comedida, con que desgarran y destrozan prendas de vestir y una parte de la ropa ímtima (sobre todo las bragas, pues casi siempre acaban desgarradas o rotas). Cuantas más piezas de vestir rompen y con más fuerza y entusiasmo...más pasión tienen...y cuanta más pasión...más ganas locas tienen de follarse sin tomar precauciones (el condón no es un tema que le preocupe a los guionistas).

                      Y de fondo casi siempre aparece una chimenea encendida soltando chispas y destellos que iluminan a ratos la tenue luz de la estancia donde se están echando el polvete. Y en primer plano aparecen los dedos del menda lerenda (que suele ser el tío y porque se supone que en la película, debe ser el tío el que tiene que llevar la iniciativa) desabrochando poco a poco los botones de la camisa y haciendo un roce no disimulado (a veces, hasta resulta un poco bruto y abrupto) sobre los pezones de ella, que a su vez se le disparan como dos champiñones endurecidos como callos. Después de esto, viene el despiporre y el tío se pone todo loco y mientras la tía se pone húmeda... no, lo siguiente y bueno y ya se enzarzan a follar como dos locos salidos. Y a esto le llaman...escenas de amor. Y yo le llamo...escenas de como follar como putos conejos salidos y como si fuera el último polvo de su vida.

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JULIO CORTÁZAR