
En los pasillos fríos de la duda
donde los pies se arrastran con sigilo, temor y
miedo,
de repente creció la hierba,
quizá tuviera dudas la hierba,
pero la hierba crecía erguida y desafiante,
poco a poco fue cubriendo el frío suelo,
que se volvió cálido y amable,
sensible al viento y a los viejos ecos,
se hizo pasillo de claridad apabullante,
el que entraba por él y por una duda,
salía con la frente despejada
y seguro de si mismo,
con las ideas claras,
con el porte seguro,
y con la decisión en el mismo bolsillo.
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