Louise Glück, El regalo
EL REGALO
Señor, puede que no me reconozcas
al hablar por otro.
Tengo un hijo. Es
tan pequeñito, tan ignorante.
Le gusta pararse
en la puerta diciendo
perrito, perrito, ingresando
en el lenguaje, y a veces
un perro se detiene y sube
a la vereda, quizás
casualmente. ¿Creerá
que esto no es una casualidad?
En la puerta
recibiendo a cada bestia en
nombre del amor. Tu emisario.

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