Hoy fui al super de mi pueblo,hacía como 10 días que no iba,
ya casi no había cola
y todo funcionaba un poco como antes,
antes de ésta pandemia, quiero decir,
la paranoia dibujada en los ojos
parece que va disminuyendo
y ya puedes pararte durante un rato
a charlar con alguien
(manteniendo la distancia),
la gente no sabe lo que se avecina
y yo tampoco,
pero vienen tiempos de hambre y paro,
nos vamos a enterar para que vale un peine
y de lo que es pasar hambre de verdad,
¿catastrófico?,
yo creo que no me caracterizo por ser de la peña
de los catastrofistas,
no sé, pero suelo ser bastante optimista
ahora bien, con la que va a caer,
mi optimismo se desangrará como una vena abierta
y para el optimismo no hay sueros,
ni medicinas curativas,
y lo único que funciona son los hechos,
pero mis queridos amigos y amigas...
los hechos echan por tierra al optimismo más audaz,
lo derrumban como un muñeco de caña y barro
además cuando suba la marea
ella se encargará de sus restos,
¡borrón y cuenta nueva!
que diría el otro,
tendremos que empezar desde menos cero,
o desde las catacumbas...
pero bueno, hoy fui al super
y un tipo me preguntó
¿qué me parecía lo de los chinos...?
y antes de que siguiera con ese rollo barato, patatero y maloliente,
que dice que el coronavirus
fue creado por los chinos y en uno de sus putos laboratorios,
pues eso...que le corté del tirón
y le recordé que eso dice el Trump
y a mi lo que diga el Trump (le dije)
me lo paso por el forro
y ya no hizo falta decirle
que su teoría también me la pasaba por el mismo sitio,
a veces, no hace falta decir las cosas al completo,
las dejas suspendidas en el aire
y si hace falta las disparas como balas
y si no,
las dejas que penetren poco a poco en su cerebro de mosquito
y al cabo de un minuto o de una hora
le explotarán de forma retardada
y como bombas o granadas de mano,
al final y visto lo visto,
con las dos posibilidades está asegurado el estropicio
y entonces y para hacer un resumen
las dos opciones que nos dejan tener esta clase de tipos son:
o una muerte súbita con una bala de palabras y entre las mismas cejas
o una muerte retardada por una hermosa granada de palabras.
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