Me moriré con un pie en alto
como si fuera un puño cerrado
que al rasgar la tela que nos envuelve
hiciera mucho ruido.
Rasgar el ruido,
desgarrar lo poco que nos queda,
oír el ruido del sin sentido,
meditar en las noches en que maúllan los gatos
en el tejado del vecino
y discernir si todo esto tiene un sentido
y que más...
Hay pueblos que se hacen inolvidables
y hay ruidos que saben a final enloquecido
en el más allá.
Mientras nos encontrábamos
y nos mirábamos
emergió el ruido del mar
y nadie se atrevió a gritar
y porque el mar siempre estuvo allí
y antes que nosotros dos.
Con tanto ruido
es imposible pensar
y mientras digo "ruido"
oigo como te pones a volar.

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