Hay una hora bruja,
una hora en que se juntan todas las dimensiones posibles e imposibles,
es como un vacío invertido en un tiempo perdido,
es la hora bruja,
es la hora de tomar grandes decisiones.
Y en esa hora me encuentro,
dilucidando, analizando, decidiendo,
en esa hora no caben las dudas,
ni caben las temibles indecisiones,
ni tampoco los posibles perdones,
y menos caben... las flagelaciones.
Es la hora bruja,
es la hora de dar soluciones.
Es difícil discernir entre dos posibilidades,
y más cuando son pura lógica contradictoria,
pero es la hora bruja,
es la última hora del día
y uno tiene el deber de decidirse o morir.
Cuando el reloj marque las doce,
y cuando las campanas entonan la última melodía del día,
ahí empieza el desconcierto,
apenas quedarán doce segundos,
y al mismo filo de las doce en punto,
justo cuando ese último segundo es el definitivo,
en ese momento decides por fin,
cual ha sido tu destino.

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