No he hecho otra cosa
que fijarme en el dorso de mis dedos.
Son marrones y un poco peludos.
Tienen millones de manchas
algunas, son oscuras como la noche
otras en cambio, son pálidas y casi blancas.
Los nudillos son huesudos y marcados
parecen sólidos y fuertes
aunque yo sé
que a éstas alturas están un poco apolillados.
Las arrugas enseñan su marca como aquél que dice
"la arruga es bella".
Los dedos se mueven ágilmente por el teclado
y pocas veces dudan y tiemblan,
son férreos,
son sensatos,
y son originales...
tienen sus propias deformidades
y hasta tienen su propia estrategia,
unos han nacido para ser ágiles y rápidos
y los otros para ser sus ayudantes.
Al final,
el dorso de mis dedos,
es hermoso
y me encanta como se marcan sus venas
y como se esculpen sus tendones.

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