Nunca supiste en que consistía
el silencio.
Lo tuyo era hablar por hablar
era sentir por sentir
era sonreír y porque no,
era reír por reír.
Reír con esa risa constante y repetitiva
que mantienen dos primates
y porque no tenían otra cosa que decir o que hacer.
Pero por el medio estaba el silencio.
Quedaba ese hermoso silencio completo,
largo y sinuoso,
silencio que seseaba como una vieja serpiente
silencio que se deslizaba sin apenas decir palabra.
Y así debía de ser...
y tardes y tardes de profundo silencio
y mañanas dulcemente soleadas
mientras la lluvia en algún momento del día,
mostraría la seducción de su magia.
Y así, en pleno silencio
una gota de lluvia rozaría mis labios
mientras otra, caería por tu cuello de cisne negro.

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