En éste pedazo de puente,
yo aterricé un día con mi nave interestelar.
Mejor dicho, al lado...
y sobre una repisa de roca que se mostró amable conmigo.
Ahí mismo,
me di cuenta que en la Tierra hay tesoros escondidos,
que hay almas que nunca descansan,
que hay gritos ensordecedores,
que hay susurros incontenibles
y que hay miedos que de vez en cuando
se rebotan
como eternos ecos.
Pero que ante tanta inusitada belleza,
el miedo, los gritos y los susurros,
se convierten en gotas de agua
que al final se evaporan en preciosas amapolas de agua y luz...
O puede que todo esto no sea cierto
y en fin, que solo esté diciendo tonterías
y que nada es tan bello ni alucinante.

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