Fuego en las colinas Los ciervos saltaban como hojas que flotan en el viento bajo el humo, frente a la estruendosa ola de la maleza en llamas; pensé en las vidas más pequeñas atrapadas. La belleza no es siempre adorable; el fuego era bello, el terror del ciervo era bello; y al descender por la pendiente tras el fin del fuego, un águila se posaba en la punta de un pino calcinado, insolente y ahíta, envuelta en las plegadas tormentas de sus hombros había venido desde lejos por la buena caza, con el fuego como batidor para atraer la presa; el cielo era de un azul implacable y las colinas implacablemente negras, el gran pájaro sombrío dormitaba implacable entre ellas. Pensé, con dolor pero convencido: La destrucción que hace bajar un águila del cielo es mejor que los hombres. |
Fuego en las colinas ( Robinson Jeffers)
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