Andar para atrás
tiene su aquél,
coges más y mejor perspectiva
te alejas un poco más de la patata caliente,
no te involucras de aquella manera tan bestial,
te despides educadamente
y por último
saludas al tendido.
Después
simplemente te retiras a tus aposentos
y allí indagas sobre tus hechos:
debí hacerlo mejor,
debí escuchar más,
debí ser más empático y más original
y apuntas tareas y deberes:
tengo que trabajar más mi parte afectiva,
tengo que ser mejor persona
y hablar y escuchar más
y soñar con los dos ojos abiertos
mientras me marco un vals que me reconcilie conmigo mismo
y que me haga salir a la intemperie
y así después,
volver a empezar desde otro principio.

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