ANDAR PARA ATRÁS



 Andar para atrás

tiene su aquél,

coges más y mejor perspectiva

te alejas un poco más de la patata caliente,

no te involucras de aquella manera tan bestial,

te despides educadamente

y por último

saludas al tendido.


Después

simplemente te retiras a tus aposentos

y allí indagas sobre tus hechos: 

debí hacerlo mejor,

debí escuchar más,

debí ser más empático y más original

y apuntas tareas y deberes:

tengo que trabajar más mi parte afectiva,

tengo que ser mejor persona

y hablar y escuchar más

y soñar con los dos ojos abiertos

mientras me marco un vals que me reconcilie conmigo mismo

y que me haga salir a la intemperie

y así después,

volver a empezar desde otro principio.

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JULIO CORTÁZAR