Todo aquello que era mío
o que yo pensaba que era mío
y porque de un grano de arena
hacemos una gran propiedad,
pues todo aquello
allí se quedó
se quedó en la vereda del bien y del mal,
entre comillas o entre la cuneta de una y otra orilla
y es verdad,
que a veces la luna
se enciende detrás del mar
y que la noche te atrapa
con su colmillo de negro de azabache
que al final
se te clavará en la retina como un punzón en el hielo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario