UN TRES POR UNO



No añoro los días de guardia. Es más, me dan por el culo los malditos días de guardia. Y me entra una pereza universal y volátil y a la vez, innombrable. Porque habría que ir entendiendo (digo yo) que yo voy avanzando y a pasos de gigante hacia la decrepitud casi total y casi absoluta y que poco a `poco voy oliendo más a muerto que a vivo.
Que me caen trozos de mi viejo cuerpo,
que cada día tengo un nuevo dolor en mi historial delictivo,
que si me quejo es porque algo me duele y con más intensidad que antes,
y si me duele no es porque sí, ni por capricho
y será y es porque algo más se va pudriendo dentro de mi...

(Dice la canción que me acabo de inventar)
Los días de guardia se los regalo para quién los quiera y sus noches de puta tortura no se las deseo ni a mi peor enemigo. Bueno, seamos sensatos y valoremos todo en su grado más exacto: me cago en los días de guardia y en toda su parentela resacosa de duerme vela del día siguiente. Vale...hasta ahí vale. Pues los días que a continuación de las guardias tengo libres de todo pecado y que son para disfrutar hasta su último segundo, a esos no le pongo ningún pero. Porque suelen ser entres tres a cuatro días de liebre asueto y por esa misma razón, sigo pringando noches. Porque prefiero tener un ramillete de días libres. Porque además vamos a ver, si no hago noches tendré que hacer más días y para poder cubrir las mismas horas de curre (eso es matemática pura y dura). Así curro un día de 24 horas con su noche y libro tres días. Un tres por uno, se llama.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

JULIO CORTÁZAR